El Estado-nación en el desarrollo económico

AutorLucio F. Oliver Costilla
Páginas303-320
El Estado-nación en el desarrollo económico
Lucio F. Oliver Costilla
Caracterización teórica del Estado
Como preámbulo del análisis de la temática, conviene precisar algunas observaciones sobre el Estado-
nación, dado que ése es el tema principal de este escrito: lo que el Estado mexicano y, en general, los
estados de América Latina pueden hacer desde una posición política de avanzada, con preocupación
social en la cuestión del desarrollo económico, tan necesario después de las dos décadas perdidas de
los ochenta y noventa del siglo pasado, y por las condiciones actuales de estancamiento económico,
para lograr un dinamismo económico alternativo y para remontar los bajos indicadores de crecimien-
to económico y mejoramiento social de este sexenio que fenece.
Primero que nada hay que decir que el tema del papel de los estados con relación a la econo-
mía es de gran relevancia, porque el Estado representa en la perspectiva popular y social la respon-
sabilidad social. Bajo la actual sociedad de mercado la reproducción de la economía se hace bajo
principios sumamente egoístas: cada uno busca su propio interés en un contexto en el cual los
grandes poderes económicos imponen sus orientaciones al mundo económico. Lo hacen buscando
aumentar sus ganancias y con absoluta indiferencia sobre la situación social; para ello reclaman y
obtienen la protección del Estado.
Pero el Estado, es decir, la Constitución, las leyes, el Poder Ejecutivo, las instituciones del Estado
(secretarías, departamentos, institutos, etc.), las cámaras de Diputados y Senadores, además de pro-
teger el cumplimiento de las leyes y normas que actúan en el mercado, están obligados a defi nir una
política nacional sobre el desarrollo económico. Y justamente esa es la cuestión que nos ocupa: qué
tanto y cómo el Estado puede y debe defi nir junto a la sociedad civil una política propia para el
desarrollo de México, en contraposición a lo que vienen haciendo las élites de poder llamadas neoli-
berales que se han desentendido de la responsabilidad social y han renunciado a defi nir una política
de desarrollo económico basada en una responsabilidad nacional y social. Cabe hacer una resalva: los
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Doctor en sociología y profesor titular de tiempo completo de la UNAM. Adscrito al Centro de Estudios Latinoamericanos
y al Posgrado en Estudios Latinoamericanos. Investigador nacional del SIN, nivel I.
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El Estado-nación en el desarrollo económico
estados no representan plenamente a la sociedad ni tienen poder total para intervenir en el mercado:
son entidades de poder que expresan la relación social desigual que prevalece y están condicionados
por el sistema internacional de estados. Pueden defi nir una política de desarrollo con atención a las
necesidades y requerimientos nacionales y sociales, pero lo hacen sin modifi car las relaciones sociales
dominantes. Por ello, junto a las políticas del Estado es necesario que se desarrolle un movimiento
social autónomo de carácter nacional y popular que coparticipe en la defi nición de las orientaciones
públicas y que vaya creando una fuerza política autónoma que incida en la creación estratégica de
una economía social que aspire a dirigir el desarrollo económico.
En cierto sentido los estados son una manifestación del poder que domina en las propias relacio-
nes sociales. Los estados son la expresión sociopolítica de un proceso de acumulación de capital y de
una relación social en la cual domina el poder del dinero y del capital. No son estados sobre una socie-
dad, sino que son la expresión de esa sociedad, de sus contradicciones y luchas; es decir, son la institu-
cionalización de las relaciones sociales que existen y dominan a los individuos. Pero el Estado no es
únicamente el poder del capital, sino que es la institucionalización de la relación social en la que preva-
lece ese poder en relación, es decir, en vínculo, oposición o lucha, con los intereses de todos los sectores
y actores de la misma sociedad. Esa institucionalización estatal es: 1) estructural, 2) histórico-política,
3) ideológica. El Estado es una entidad de poder interna en las naciones, que abarca los tres aspectos al
mismo tiempo y, al contrario de lo que se piensa, no está compuesto sólo por las élites políticas, sino
que es la suma de éstas y de la sociedad activa y, como se dijo antes, no tiene soberanía plena pues es
parte de las relaciones sociales, económicas y políticas tanto mundiales como nacionales.
Para decidir y aplicar una política interna de desarrollo económico nacional y social los estados
tienen que afi rmarse políticamente como estados nacionales soberanos en relación con los gru-
pos económicos y de poder privados internos y, con respecto a la infl uencia y los intereses que
tienen en nuestro país otros estados dominantes y las fuerzas económicas trasnacionales infl uyen-
tes en el escenario internacional. Pero esa afi rmación política es débil cuando se basa exclusivamen-
te en los aparatos burocráticos y en las élites políticas. Puede ser fuerte cuando se combina con la
fuerza organizada y autónoma de la sociedad en movimiento, que no tiene obligación de atenerse a
las reglas y condiciones de los grupos privados dominantes y de los poderes trasnacionales
que dominan la economía nacional y del mundo y que, en calidad de sociedad civil en movimiento
pueden exigir del Estado políticas de negociación y reforma audaces que vayan a la raíz de nuestros
problemas y posibilidades.
Desde la formación de los estados en América Latina, diversas hegemonías imperiales y un sis-
tema internacional de e stados han subordinado y condicionado a los estados nacionales, fenómeno
que es expresión, por lo demás, de la dinámica de acumulación, expansión y desarrollo mundial del
capitalismo, en el cual nuestros países latinoamericanos tuvieron una participación desigual, subor-
dinada y dependiente. A nivel mundial el poder es una expresión compleja de la relación global de
capital, lo que se expresa en una determinada correlación de fuerzas mundiales entre capital y traba-

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