Alternativas al neoliberalismo dentro de la globalización

AutorJaime Ornelas Delgado
Páginas340-355
Alternativas al neoliberalismo dentro de la globalización
Jaime Ornelas Delgado*
Después de un largo periodo de estancamiento y desempleo, México necesita volver a crecer y, al
mismo tiempo, le es urgente ofrecer oportunidades de empleo bien remunerado.1 Acompañando a
este proceso, se deberá reorientar la política de seguridad social universal y emprender un enérgico
proceso de distribución de la riqueza y el ingreso.
La urgencia de iniciar este proceso deriva de un hecho incuestionable: la política social, por sí
misma, no puede sustituir la falta de crecimiento y empleo para mejorar el bienestar de la población,
tal y como lo pretende la estrategia neoliberal. En cambio, lo que sí puede hacer la política social es
contribuir a crear la organización social que permita un mejor y más fructífero aprovechamiento de
la recuperación económica, cuando ésta ocurra, de otra manera se corre el riesgo de que el creci-
miento no se traduzca en bienestar para la población.
Algo más, reconociendo incluso que el mero crecimiento económico y el aumento del empleo
tampoco signifi can, necesaria y mecánicamente, un mayor bienestar y, mucho menos, alcanzar la
equidad en la sociedad.2 El problema consiste, entonces, en saber si el crecimiento con empleo bien
* Profesor-investigador en la Facultad de Economía, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Miembro del SNI.
1 En los cinco años correspondientes al gobierno de Vicente Fox, el Producto Interno Bruto creció en promedio anual 1.8%
y el défi cit en generación de empleo se ha elevado a seis millones de plazas, pues teniéndose que crear en ese lapso 6.5
millones de puestos de trabajo en la economía formal sólo se crearon 500 mil. Tan sólo en enero de 2006, el desempleo
en las ciudades del país alcanzó a 3.53% de la población económicamente activa, es decir, afecto a un millón 552 mil
personas.
2 La velocidad con que el crecimiento puede reducir la pobreza depende tanto de la distribución inicial del ingreso como
de su evolución en el tiempo. En las sociedades más desiguales, la misma tasa de crecimiento produce una reducción la
pobreza mucho menor que en aquellas donde la desigualdad es menor. En otras palabras, la efi ciencia del crecimiento para
reducir la pobreza depende de cómo cambia la distribución del ingreso en la medida que transcurre el crecimiento.
Sin duda, en situaciones donde el ingreso crece y sólo mejora ingreso del decil más alto la distribución empeora; en otro
caso, si todos los ingresos crecen en la misma proporción, la distribución se mantiene igual que al principio; fi nalmente, si
el crecimiento se acompaña del mejoramiento del ingreso del decil o el quintil más bajo, la distribución mejora. Obvia-
mente, en el primer caso la pobreza se agudiza; el segundo no disminuiría y, en el tercero, caería sustancialmente.
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Jaime Ornelas Delgado
remunerado y con prestaciones sociales, puede ser un proceso simultáneo al de la distribución de la
riqueza y del ingreso que se acompañe de una política de seguridad social de Estado, que en plazos
previsibles permita mejorar el bienestar y disminuir la inequidad; o bien, si como sugieren algunos, lo
primero es crecer y, posteriormente en algún momento que nunca se precisa, emprender procesos de
distribución. Asumir esta postura, como ha ocurrido, signifi ca seguir posponiendo mejorar el bienestar
y la equidad social.
Aún más, en términos de la política económica a seguir en el futuro inmediato y con la orienta-
ción apuntada, lo que en última instancia signifi ca superar la modalidad neoliberal, conviene enfrentar
la siguiente cuestión: ¿Los recursos disponibles deben destinarse a procurar el crecimiento económi-
co; o deberán utilizarse, prioritariamente, a emprender acciones destinadas a mejorar las condiciones
de vida de la población, atacando las causas que generan la pobreza y la desigualdad? ¿Son disyun-
tivos estos propósitos o pueden ser simultáneos en el tiempo?
Tan importante como resolver la disyuntiva anterior, es responder a otra interrogante de la
misma trascendencia si se quiere avanzar en la superación de la situación de estancamiento y desem-
pleo por la que atraviesa actualmente nuestro país: ¿Qué posibilidades tiene la economía mexicana
de crecer y mejorar el bienestar social en el marco de un proceso de globalización que de ninguna ma-
nera es pausado, sencillo o favorable para las economías dependientes como la nuestra y que, por el
contrario, ejerce fuertes presiones sobre la sociedad y los gobiernos para que orienten sus esfuerzos
exclusiva, o prioritariamente a solventar los cambios que la propia globalización provoca en el comer-
cio de bienes y servicios, los fl ujos de capital o los dramáticos cambios tecnológicos, descuidando los
aspectos sociales de la economía?
Estas son algunas de las ingentes cuestiones que la sociedad mexicana habrá de enfrentar y
resolver con su decisión electoral del próximo 2 de julio de 2006, donde fi nalmente se decidirá el
camino económico, político y social que habrá de seguir el país en el futuro inmediato.
En particular si el electorado decidiera emprender un camino alternativo al neoliberal impuesto
en México desde la década de los ochenta, será necesario iniciar un intenso debate que conduzca a
defi nir el rumbo que podrá seguirse para lograr, ahora sí, la transición a la democracia y la construc-
ción de un nuevo Estado social de Derecho.
Finalmente, de asumirse por los ciudadanos la opción de la alternancia y el cambio, esto es, si
la decisión mayoritaria de los ciudadanos fuera sepultar la modalidad neoliberal y reemprender la
vía del crecimiento sostenido, la generación de empleo y la seguridad social universal, así como ini-
ciar una política de distribución del ingreso y la riqueza que media entre crecer y abatir la pobreza, el
primer paso necesario será asumir, de modo explícito e inequívoco, el carácter de Estado que debe
tener la política social en México.
Las siguientes líneas tienen el propósito de exponer algunas refl exiones que nos aproximen a la
problemática planteada, aunque sin la pretensión de haber resuelto un problema que merece la re-
exión y solución colectiva.

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