Morelos, un estado de mentiras

AutorJavier Sicilia

El crimen y la ineficiencia del estado tuvieron que volver a tocar a un hombre conocido de todos los que habitamos Morelos para decirnos que el gobierno miente y no ha dejado de tratarnos como animales de rastro.

Alejandro Chao era un punto de referencia en la búsqueda de la reconstrucción del tejido social, de la formación de generaciones de muchachos en el humanismo, del rescate de las vidas comunitarias de Morelos y de alternativas para salir de la violencia que desde hace 20 años no deja de destruir la vida de la entidad. Monje en el famoso monasterio de Nuestra Señora de la Resurrección de Gregorio Lemercier, hasta su clausura en 1967, y espléndido poeta, Chao se licenció como psicólogo en 1969 en la UNAM para recibirse de maestro y doctor de filosofía política en la UAEM en 1998 y 2000. Desde entonces no dejó de ejercer el psicoanálisis, la docencia y el trabajo con los pueblos. Director de Desarrollo Comunitario de la UAEM, desde donde creó programas de estudios universitarios que respondieran a las necesidades de las comunidades de Morelos; conocedor profundo de su diversidad cultural -nadie como él recorrió cada parte de sus territorios y creó lazos estrechos entre ellos-, Alejandro Chao era el rostro de millones de morelenses, el rostro de la paz.

Su muerte y la de su esposa no sólo son una pérdida inmensa para el país, en particular para Morelos, sino, como digo, la evidencia de la inoperancia en materia de seguridad y de justicia del gobierno de la Nueva Visión y de toda la clase política de la entidad: si Alejandro Chao -un punto de referencia en la cultura del estado- y Sara Rebolledo pudieron ser asesinados de una forma en más de un sentido inhumana, ¿qué puede esperar el ciudadano que no es visible? Detrás de esas muertes están no sólo aquellas que desde hace décadas -a pesar de la Ley de Víctimas del Estado-siguen sin encontrar justicia, sino aquellas que el gobierno de la Nueva Visión ha negado y que se suman a esa inmensa corte de los despreciados, de los olvidados, de los que no importan a las administraciones porque señalan su inmensa y espantosa corrupción e ineptitud.

Contra el discurso triunfalista del gobierno estatal, que no cesa de afirmar que las cifras del crimen van en descenso y que hay un incremento de la seguridad; contra la "panacea" -que tampoco han dejado de festejar- del mando único como estrategia de solución; contra las propias declaraciones que el 3 de mayo, un día antes de los asesinatos, hizo el...

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