El imperativo de seguir adelante

AutorLuis Rubio/Verónica Baz
Páginas72-85
VI. EL IMPERATIVO DE SEGUIR
ADELANTE
El arte de progresar requiere preservar el orden al
cambiar y poder cambiar a pesar del orden.
ALFRED NORTH WHITEHEAD
NADIE puede tener la menor duda de que es tiempo de retornar al
camino de las reformas, pues sin ellas no sólo no se podrá salir de la
parálisis en que se encuentra el país, sino que incluso se podría
comenzar a perder en términos relativos y absolutos. Sin embargo, el
problema no es apilar más reformas, sino cambiar de paradigma.
El tema de las reformas estructurales se caracteriza por muchos
monólogos que no acaban por definir ni siquiera los términos de lo
que se discute. Una reforma implica, de entrada, la alteración del
statu quo. En este sentido, cualquier reforma entraña la
modificación de costumbres, modos de hacer las cosas e intereses
particulares. Cada vez que se modifica una regulación se afecta a
quienes ya hacían las cosas de una determinada manera, a quienes
vivían de hacer posible el no cumplimiento de esa regulación o, más
directamente, a quienes viven de la existencia de la misma. Por
ejemplo, con la apertura de la economía muchos vistas aduanales
dejaron de beneficiarse con la corrupción, al igual que todo el cuerpo
burocrático que emitía permisos de importación. De esta forma, cada
reforma afecta intereses particulares pero, al mismo tiempo, abre
oportunidades para el beneficio de la colectividad en general.
Siguiendo el mismo ejemplo de la liberalización de las
importaciones, los consumidores acabaron siendo los grandes
beneficiarios, toda vez que la calidad, la diversidad y el precio de los
bienes y servicios a su alcance se multiplicó.
Además, las reformas necesarias tienen un fuerte contenido
político. Por ejemplo, muchas de ellas tienen que ver con

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