Enrique González Martínez

AutorJosé E. Iturriaga
Páginas431-437
431
La aparición de su bello libro El hombre del búho se debe a un momento
culminante de la vida de don Enrique: cuando comprendió que había lle-
gado la hora de recordar, de mirar su existencia en síntesis retrospectiva,
deporte vedado al hombre joven o al decadente senil.
El relato autobiográfico de este primer tomo —se esperan dos o tres
más— posee la virtud de no haber sido auxiliado por diarios íntimos o
apuntes de viaje.
Las memorias del poeta jalisciense, que por primera vez nos ofrece las
excelencias de su prosa, son eso: memorias que sabe separar con rigurosa
asepsia de todo lo esencial de una vida al cribar, en fina retícula, lo superfluo.
Tal circunstancia convierte al libro en genuino y fidedigno. Y es que don
Enrique sabe que la memoria, si va por donde a ella le place, si se le deja
transitar a su albedrío, funciona con más coherencia y de un modo más vital
que esos papeles exánimes donde se consignan muchos sucesos del vivir
cotidiano pero carentes de lógica explicación por el mero correr del tiempo.
Sea lo que fuere, lo cierto es que este libro autobiográfico está hecho
de recuerdo fluido y sin forzarlo, tal como deben hacerlo los poetas.
La primera niñez del bardo tapatío se desliza entre la exquisita inte-
ligencia y la severidad materna y la honradez y el discreto talento de su
Enrique González Martínez*
* Artículo titulado “El hombre del búho”, publicado en la revista Tricolor el 28 de octubre
de 1944 y en El Gallo Ilustrado, suplemento cultural del periódico El Día, el 16 de marzo de
1986.

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