Capítulo 3: Características de vida carcelaria e intervención para la reincorporación a la vida en libertad

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Capítulo 3 Características de vida carcelaria e intervención para la reincorporación a la vida en
libertad
Sobre las PPL pesan grandes desafíos que complican su reinserción social. Algunos se presentan a nivel
personal y resultan de las propias circunstancias y experiencias pasadas de aislamiento, marginación
social y violencia, de problemas de salud, o de insuficientes competencias emocionales y cognitivas;
otros son de carácter económico, como los empleos deficientes, o de carácter social, como los entornos
criminógenos o de escaso acceso a la instrucción formal (ONUDD, 2013).
Otros retos son efecto del encarcelamiento e inciden no sólo en las PPL, sino también en sus
entornos sociales próximos. Como resultado del proceso judicial y de la privación de la libertad, los
individuos pueden haber perdido relaciones personales importantes, pueden haber contraído
enfermedades o haber perdido los medios de subsistencia propia o de sus dependientes económicos, como
observa la ONUDD (2013). El mismo organismo ha advertido que las características de la reclusión y el
régimen de la prisión contribuyen a institucionalizar a las PPL, lo que tiende a obstaculizar su capacidad
de reinserción una vez liberadas.
Un cúmulo de desafíos más son consecuencia directa de la actitud y disposición de la comunidad
hacia las personas con antecedentes penales, (ONUDD, 2013). Por ello, la intervención a través de
programas es fundamental para afrontar los retos.
3.1. Características de vida carcelaria
La privación de la libertad no es la única consecuencia del encarcelamiento. Por supuesto, implica un
cambio de residencia, la desvinculación del propio entorno y de las personas que formaban las redes de
apoyo del individuo, con independencia de su comportamiento o de la licitud o ilicitud de sus actos. El
encarcelamiento separa al individuo de lo conocido (excepto, claro, cuando se trata de una persona
reincidente) y lo coloca frente a una nueva realidad, con actores y roles específicos.
Cuando un individuo es privado de la libertad, experimenta una pérdida que comparte las
características de un evento traumático y se asocia a una cadena de estresores de carácter familiar y
económico que no hacen fácil la experiencia de someterse al régimen del centro penitenciario, a las
normas del grupo de internos y a la falta de privacidad (Secretaría General de Instituciones Penitenciarias
del Gobierno Español, 2017).
Durante el encarcelamiento ocurre la prisionización, término acuñado para explicar el proceso en
el que una PPL adquiere códigos, normas sociales y formas de comportarse para poder convivir en la
cárcel (Escaff-Silva, et. al., 2013). Cuando la vida en el interior es violenta, lo que se logra es reproducir
la violencia. El proceso de reproducción inicia con la pérdida del entorno habitual del individuo
(Sarmiento, et. al., 2016); a partir de ahí, la vida se cotidianiza, se vive el día a día de manera adaptativa
(Valverde, 2011), y el proceso de reproducción se consolida a medida que la persona pasa mayor tiempo
en prisión.
Por ese motivo, los efectos de la pena en la vida del sentenciado se proyectan más allá del periodo de
encierro, producen nuevas circunstancias que incrementan la posibilidad de reingreso y de autorreproducción
del sistema carcelario (Sarmiento et. al., 2016), a la vez que coadyuvan al arraigo del individuo a entornos y
grupos en los que la trasgresión al orden social normativo dominante forma parte de la vida cotidiana. Para
Azaola, en la reinserción social influyen factores importantes de la propia vida carcelaria, como la
alimentación, los servicios de salud, las actividades de trabajo y educativas, así como otras actividades que
coadyuvan a darle sentido a la vida de las PPL y les ayuden a salir en mejores condiciones (Canal Once,
2013).
La misma autora considera que administrar y operar los CERESO bajo condiciones de
gobernabilidad, con esquemas respetuosos de la ley, es central en un Estado de Derecho para lograr el
objetivo del sistema penitenciario y evitar reproducir conductas delictivas en la vida carcelaria y fuera
de ella. Azaola recuerda que cada PPL forma parte de una familia, que se ve también afectada por las
características de vida en prisión, al igual que la comunidad donde esa familia está inserta (Canal Once,
2016).

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