El TLC en el desarrollo de México

AutorLuis Rubio
Cargo del AutorDoctor en ciencia política por la Brandeis University y presidente del Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC)
Páginas16-49
II. EL TLC EN EL DESARROLLO DE MÉXICO
EL TLC se ha convertido en un factor trascendental para la economía
mexicana. Gracias al tratado, la economía ha logrado que las
exportaciones mexicanas crezcan de una manera verdaderamente
prodigiosa. En sus veinte años de vida, el TLC ha hecho posible que
el crecimiento de las exportaciones no sólo compense la contracción
que ha caracterizado al mercado interno, sino que le ha dado un
nuevo horizonte al desarrollo industrial del país. Pero todas las
virtudes que pudieran asociarse con el TLC no son suficientes para
asegurar el sano desarrollo del país. Independientemente de todos
sus beneficios, el TLC no es más que un instrumento de la estrategia
de desarrollo del país. Es decir, la prosperidad que anhelan y
merecen los mexicanos requiere mucho más que una exitosa red de
negociaciones y pactos con nuestros socios comerciales: requiere
una estrategia integral de desarrollo compuesta por un conjunto de
políticas gubernamentales que transformen a la economía del país,
una de las cuales sería el TLC. El TLC ha sido una poderosa fuerza de
cambio interno que ofrece un extraordinario potencial, como ha
demostrado en estas dos décadas, pero no es un sustituto de una
estrategia de desarrollo.
La decisión original de México de buscar un acuerdo de libre
comercio con Estados Unidos y eventualmente con Canadá fue el
resultado de un razonamiento esencialmente político. Aunque las
negociaciones mismas, así como el contenido del acuerdo, tuvieron
una naturaleza estrictamente económica, lo que el gobierno
buscaba con el tratado era credibilidad en la permanencia, en el
largo plazo, de las reformas implantadas en los años ochenta e
inicios de los noventa. Adicionalmente, al gobierno de México le
interesaba atraer inversión extranjera directa a la economía
mexicana a fin de acelerar el ritmo de la modernización e
incrementar rápidamente los niveles de productividad.
Hoy día, en el vigésimo aniversario de la entrada en vigor del
TLC, la trascendencia del acuerdo ha dejado de ser un tema de
disputa cotidiana. Ya no es un asunto de competencia electoral y es
patente el reconocimiento por parte de los mexicanos de que el TLC
constituye un poderosísimo instrumento de modernización del sector
industrial y la principal fuente de empleos formales en el sector.
La firma del TLC constituyó un momento decisivo para México.
Dicho acuerdo no sólo significó una dura negociación sobre asuntos
comerciales y de inversión, sino también implicó definiciones
fundamentales sobre la dirección que México quería seguir y, aún
más difícil, en la relación de “amor y odio” que había existido con
Estados Unidos desde siempre. Por consiguiente, para México el
TLC fue mucho más que un tratado comercial. Conforme se fueron
dando los acontecimientos políticos y económicos después de que
el TLC entró en vigor, éste cobró mucho mayor importancia. El
impulso de la política comercial de México se ha concentrado, en
gran medida, en ampliar los mercados para los productores
mexicanos y atraer a inversionistas extranjeros, pero también en
defender sus intereses dentro del TLC. Y todo ello se ha tenido que
llevar a cabo en un entorno político —tanto en México como en
Estados Unidos— extremadamente complejo.
Este capítulo pretende analizar el origen del TLC, su realidad
actual y su contribución al desarrollo económico del país. La primera
sección resume el impulso político que llevó al gobierno mexicano a
pedirle a Estados Unidos la negociación del TLC, y describe el dilema
que ha acosado al gobierno mexicano por décadas: concentrar o
diversificar las relaciones comerciales (y, para el caso, exteriores) de
México con el resto del mundo. La segunda sección describe la red
de acuerdos comerciales con que cuenta el país y el impacto del TLC
sobre la economía mexicana. La tercera se ocupa del complejo
entorno político y los debates sobre el efecto del TLC,
particularmente su relación con la desigualdad social. Finalmente, la
cuarta parte describe y discute los dilemas que enfrenta el desarrollo
económico del país en el momento actual.
1. LA RAZÓN POLÍTICA FUNDAMENTAL
DEL TLC PARA MÉXICO
La decisión del gobierno mexicano en 1989 de proponerle a Estados
Unidos la negociación de un acuerdo comercial general tuvo una
naturaleza profundamente política. Para ese momento, el gobierno
mexicano llevaba varios años incorporando cambios drásticos en su
política económica, dejando atrás las políticas industriales y
comerciales de corte autárquico de las décadas anteriores. Después
de años de estancamiento económico y tasas de inflación que
amenazaban con incrementarse vertiginosamente a principios de los
años ochenta, la nueva política económica constituyó un cambio
radical. El gobierno comenzó a redefinir su función en la economía y
en la sociedad, y dejó de asumir que su propósito central era el de
manejar y controlar el desarrollo de la economía, para colocarse
como el generador de condiciones para que el crecimiento
económico fuese posible. En el proceso, fue evidente que sería
imposible hacer de México un país competitivo si éste no lograba
aumentar exitosamente su presencia económica internacional. Por
otra parte, los altibajos de las décadas anteriores habían hecho
imposible que las sucesivas administraciones ganaran y retuvieran
la confianza del sector privado y de la comunidad inversionista, tanto

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