La teoría y la práctica de la política. Sobre los programas de posgrado en ciencia política

AutorNorbert Lechner
Páginas495-540
495
12
LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA DE LA POLÍTICA
Sobre los programas de posgrado
en ciencia política*
INTRODUCCIÓN
Estas páginas intentan esbozar una re exión sobre el estudio de la ciencia
política en América Latina, hoy. Viviendo en un tiempo que proclama la in-
gobernabilidad de la democracia liberal, viviendo en un continente goberna-
do según los principios de seguridad nacional,a el estudio de la política tiene
algo de anacrónico. Restringida o eliminada la ciudadanía, ¿qué queda de la
política, de la pugna social por determinar el ordenamiento de la práctica
social? Perplejos nos damos cuenta de que el objeto de análisis se nos escu-
rre entre los dedos. Tengo la sospecha de que no se trata solamente de una
posible adaptación temática o didáctica de las diversas materias de la disci-
plina. Estimo necesario repensar nuestro prejuicio de fondo: que es posible un
análisis racional del proceso político.
* Estudios Sociales Centroamericanos, 2, San José (Costa Rica), 1980. Trabajo presentado al
seminario sobre programas y estudios de posgrado en ciencia política organizado por el Progra-
ma de Posgrado del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) en la Universidad
Federal de Minas Gerais, Belo Horizonte (Brasil), octubre de 1977.
a
Durante la Guerra Fría Estados Unidos impulsó una política de seguridad interna ante la inesta-
bilidad del capitalismo y las amenazas revolucionarias y nucleares. Fundamentada en la ideología
anticomunista de la época, la seguridad nacional se convirtió en la base de las relaciones diplomáti-
cas de Estados Unidos en todo el mundo, y tuvo su expresión particular en América del Sur como
“Doctrina de Seguridad Nacional”. Su apogeo se encuentra después de la Revolución cubana y hasta
el  nal de la presidencia de Carter (1977-1981), y con ella se justi có el control del Estado por parte
de las fuerzas militares en el caso de las dictaduras del Cono Sur, así como la fuerte represión ante
las “amenazas comunistas” y toda expresión de oposición considerada “subversiva”, que se persi-
guió donde se mantuvieron gobiernos “civiles”, como en Colombia y Venezuela. La Doctrina de Segu-
ridad Nacional entendía el orden geopolítico internacional como un bloque de prevención contra las
amenazas al desarrollo, por lo cual el papel de Estados Unidos era el de prevenir y combatir la expan-
sión de la Unión Soviética, mientras que en los países latinoamericanos los militares se concentraban
en mantener el orden interno. Véanse F. Leal Buitrago, “La Doctrina de Seguridad Nacional, mate-
rialización de la Guerra Fría en América del Sur”, Revista de Estudios Sociales, 15, 2003, pp. 74-87, y
L. Maira, “El estado de seguridad nacional en América Latina”, en P. González Casanova (coord.), El
Estado en América Latina. Teoría y práctica, México, Siglo XXI Editores, 1990; L. Schoultz, National
Security and United States Policy Toward Latin America, Princeton, Princeton University Press, 1987.
496 1980
Punto de partida es la evaluación de los programas de posgrado en cien-
cia política que hace más o menos 10 años se iniciaron en la región. Es un
momento oportuno para interrogarse acerca de la institucionalización de los
programas, de su calidad docente, de los trabajos de investigación (producti-
vidad y relevancia social de las tesis), acerca de posibles fuentes de  nancia-
miento para los programas y del mercado de trabajo para sus egresados; en
n, un conjunto de elementos importantes que permiten juzgar la dinámica
de la iniciativa. La evaluación de lo hecho remite a un juicio sobre las pers-
pectivas futuras. Es en miras del futuro que estas líneas quieren contribuir
con algunos criterios de juicio. No se trata de un aporte “operacional” para
una eventual reorganización. Mis apuntes no quieren ser más que una invi-
tación a discutir el sentido de la re exión teórica en las actuales condiciones.
La re exión a lo largo de su argumentación adquiere una dinámica pro-
pia, que no se deja condensar en una serie de tesis. A pesar de esta falta de
maduración, la lectura descubrirá varios referentes que circunscriben la te-
mática. Para facilitar la discusión adelantaré cinco proposiciones.
1. Política y razón
Vivimos una determinación autoritaria de la condición humana. La promesa
de emancipación humana contrasta con una cotidianidad que prohíbe todo
pensamiento que no se someta al poder. Entre la realidad y la esperanza,
¿qué sentido tiene la referencia a la razón humana en que fundamos el análi-
sis cientí co?
Por un lado, somos herederos del racionalismo ilustrado. Nuestro punto
de partida es que “el hecho es hecho”, que puede ser explicado y que en cuan-
to es un producto histórico-social puede ser cambiado por los hombres. En
resumen, creemos que la “racionalización” del mundo crea un orden bueno.
Por otro lado, percibimos la falsa claridad de nuestras categorías y de nues-
tros métodos de análisis. La política parece sustraerse a la investigación
cientí ca. O peor, la razón pareciera no escapar a la lógica de la dominación.
Mi primera proposición es que una evaluación de los estudios de ciencia
política parta de este contexto social. Ello supone plantear la discusión sobre
los contenidos de la enseñanza, los planes de estudio, etc., en la perspectiva
más general (menos precisa, pero más ambiciosa) de repensar el signi cado
actual de una ciencia política en América Latina.
2. Teoría y praxis
La perplejidad de la razón no es una exclusividad de la región. Probablemen-
te todo el sistema internacional se caracterice actualmente por lo que pode-
LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA DE LA POLÍTICA 497
mos llamar una crisis de hegemonía. La tarea es analizar la particularidad de
la crisis en América Latina.
Un posible punto de partida sería el estudio de los “intelectuales” en nues-
tro continente y del modo como traducen los diferentes intereses inmanen-
tes a las prácticas sociales en proyectos políticos y concepciones del mundo.
Presumo la existencia de un “desfase” entre el marco de referencia teórico de
los intelectuales (nutrido de la historia europea de las ideas políticas) y su
práctica política. Pareciera haber un “dé cit teórico”, es decir, una insu cien-
te re exión sobre la signi cación de la práctica social, que contribuye a la
mencionada crisis política.
En segundo lugar, propongo este problema: ¿cómo puede una teoría ser
una teoría a partir de la praxis y, a la vez, elevarse por encima de ella? ¿Cómo
puede una teoría ser teoría para la praxis sin someterse por ello a la e cien-
cia de ésta?
3. Ciencia y voluntad política
El predominio de la tecnocracia1 pareciera radicar en la identi cación que
hace la lógica positivista de la investigación cientí ca con la acción política.
Para el interés técnico de conocimiento, la estructura lógica de una “explica-
ción” es la misma que la de una “predicción”. En ambos casos se trata de una
relación causal “si x, entonces y”. El enfoque apunta a la formulación de pro-
nósticos cuyo “sentido” es la utilización técnica. Guiado por ese mismo interés
técnico, la política no es sino la puesta en marcha de la causalidad pronostica-
da por el conocimiento cientí co. La política consiste en generar y manipular
los estímulos técnicamente necesarios para determinado efecto y controlar
toda posible interferencia. Aunque esta concepción instrumental de la política
no estuvo ausente en el fracaso del “desarrollismo” en la década de los sesen-
ta, ella sigue vigente hoy día. Cabe preguntarse si la política de los regímenes
autoritarios no es principalmente la manipulación de las condiciones de cau-
salidad previstas por el “modelo económico” y —similar a un experimento de
laboratorio— el control de todos los factores que pudieran alterar la causali-
dad pretendida.
Mi tercera proposición es criticar la razón instrumental, que concibe la
política a la manera de la dominación técnica. Se trata de negar la domi-
nación tecnocrática sin renunciar por eso a la racionalidad. La “racionaliza-
ción” no debe referirse solamente a los medios sino también a los objetivos
sociales. Hoy, los enfoques predominantes estudian estrategias alternativas
—bajo metas  jadas en una situación determinada—. Propongo, en cambio,
hacer de la re exión de las metas y las condiciones posibles una tarea privile-
1 Cf. la ponencia presentada al mismo seminario por J. Graciarena, “Las ciencias sociales en
una época de crisis”.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR