SOBREAVISO / Elecciones con despidos

AutorRené Delgado

Echar gente a la calle rogándole que no por perder el trabajo deje de votar por el Partido Revolucionario Institucional será una hazaña sin par... sobre todo, al considerar que inflación con tasas altas de interés desincentiva la inversión y, por lo mismo, la generación de empleo.

A saber cuáles son los cálculos de los estrategas -por no decirles genios- de la economía y la política gubernamental, pero si su idea es significar el recorte en el gasto público a partir de la anulación de plazas y el sacrificio de programas sociales, creyendo que sólo el dirigente tricolor, Manlio Fabio Beltrones, la va a pasar muy mal, es un error. La va a pasar mal el gobierno y su partido y, desde luego, peor el país.

El inconcebible retraso en el diseño de las medidas que, desde el año pasado, exigía la adversidad económica puede terminar por provocar una carambola en el tablero político, económico y social. Combinar inestabilidad con incertidumbre y malestar es un peligro. Puede provocar una carambola o, bien, un fenómeno no menos delicado: el precio del voto se elevará y, sin recursos públicos suficientes para comprarlo o coaccionarlo, la administración tendrá que rendir la plaza -cosa que hace bien- ante los grandes intereses que, desde hace tiempo, lo atenazan.

La administración ha perdido el rumbo y en ese flotar a la deriva, ahora, arrastra a su partido en un año de intensa actividad electoral. Le queda el consuelo, claro, de mirar cómo el panismo y el perredismo flotan igual: sin saber a dónde van.

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Perdido el impulso y la iniciativa política original, ausente el liderazgo, la administración se limita a reaccionar, y reaccionar tarde: cuando la circunstancia dicta la decisión y no cuando, a pesar de la circunstancia, se toma la decisión.

De la osadía y el coraje con que Enrique Peña Nieto arrancó su mandato presidencial no queda ni la sombra. Todas las reacciones, ahora, se reducen a ensayar y errar. Algo peor, ahora, se advierte cómo la maraña de intereses en que se insertaron muchas de las obras faraónicas del sexenio tiene atrapada a la administración. No las anula por los compromisos e intereses particulares (de funcionarios públicos y empresarios privados) imbricados en ellas y, entonces, el peso del recorte se deja recaer sobre la gente que, en un año como éste, es electorado.

A nadie escapa dónde se podría recortar sin lastimar a la gente. Sin embargo, como lo importante es mostrar a los grandes centros financieros la cabeza del gasto...

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