El Siervo que forjó una Nación
Autor | José Luis Soberanes Fernández |
Páginas | 181-184 |
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El Siervo que forjó
una Nación
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josé luis soberanes fernández
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Al hablar de la Constitución de Apatzingán es forzoso hablar del ge-
neralísimo don José María Morelos y Pavón, a quien el Congreso
Constituyente que él mismo había convocado, en su primer día de traba-
jo efectivo, o sea, el 15 de septiembre de 1813, lo nombró depositario del
Poder Ejecutivo (aparte del título de “Generalísimo”) con tratamiento de
“Alteza”, que Morelos rechazó, manifestando que no quería más valimien-
to que el de “Siervo de la Nación” —hasta nuestros días, es una forma
común de nombrar a nuestro héroe—.
José María Teclo, “hijo legítimo de Manuel Morelos y de Juana Pa-
bón, españoles”, nació el 30 de septiembre de 1765 en la novohispana
ciudad de Valladolid, hoy Morelia, capital de Michoacán, según reza su fe
de bautismo, celebrado el 4 del mes siguiente. Entre 1789 y 1790 residió
en Tahuejo, distrito de Apatzingán, y se dedicó a labores de campo. A los
veinticinco años de edad regresó a su natal Valladolid para prepararse al
sacerdocio, y estudió tanto en el Seminario Tridentino como en el Cole-
gio de San Nicolás (aunque no se han encontrado sus expedientes esco-
lares). En 1795 obtuvo el grado de bachiller en Artes por parte de la Real
y Pontificia Universidad de México, y, en 1797, a los treintaidós años, se
ordenó sacerdote, con cuyo carácter es nombrado coadjutor en Uruapan;
posteriormente, cura interino de Churumuco; y, finalmente, en 1799, cura
de Carácuaro y Nocupétaro, oficio que alternaría con el comercio entre
su parroquia y la capital de la intendencia michoacana.
Así, nos trasladamos al pueblo de Charo, vecino de Valladolid, el 20 de
octubre de 1810, a donde Morelos acude a encontrarse con el Padre de la
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