Ruta de Lectores / Sin apego

AutorMónica Márquez

El 2020, año de la pandemia, me trajo un duro pero gran descubrimiento: Podía vivir sin ir a la FIL. Y es que después de 33 años de acudir puntual a la cita de 9 días, la pandemia nos hizo a todos quedarnos en casa. Para el 2021, resulta que podemos volver a ir a celebrar la Feria en vivo y a todo color, pero ahora, descubro algo nuevo: La FIL es solo una posibilidad. Antes no me lo preguntaba, ¡tenía que estar allí! Esta vez, ¿realmente quiero ir? La pregunta que antes tenía una respuesta obvia, ahora surge.

Todos sabíamos que ir no sería tan sencillo: Controles de ingreso, medidas sanitarias, horarios diferidos, cuestionarios de salud, vacunas aleatorias, distanciamiento, aforos controlados. ¿Cómo será ahora? ¿Volverá la FIL a ser lo mismo después del Covid-19?

Para imaginarlo, antes de que empezara, atisbé un poco del programa web. Un clic, otro clic, una ventana emergente, otra, otra, mis ojos se deslizan de allá a acá. En un par de segundos mi trayectoria visual empieza a acelerarse cruzando la pantalla sin ton ni son: Negocios-Invitado de Honor-English-FIL Niños-Noticias-Bolsa de trabajo eventual-Taiwán-Consulta el programa... Mis ojos se enredaron en una trayectoria de spaguetti, terminé haciendo bizcos. Y si esa es solo la página web -pensé- que veo en un cuadrito de 15 pulgadas, ¡me acordé cómo es tener todo esto en las tres dimensiones!

Durante 33 años vi y viví a la FIL como un organismo vivo, como un dragón de mil cabezas que me recibía desafiante y al que era preciso saber dominar para no perderme en sus fauces.

Para domesticarla antes hacía con tiempo mi perfecta ruta...

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