Prólogo del autor

AutorCharles-Jean Bonnin
Páginas369-377
PRÓLOGO DEL AUTOR
L
AADMINISTRACIÓN
es una consecuencia natural del estado social, como
éste lo es de la sociabilidad natural del hombre: su naturaleza es un resul-
tado de la comunidad, pues desde el momento en que existe pacto social,
hay administración. Así es que siempre encontramos a la naturaleza, hasta
en el despotismo. Es pues evidente que la administración no toma su prin-
cipio en los convenios humanos, sino que es un fenómeno precedente de la
existencia misma de la sociedad, sin que los convenios o leyes sirvan más
que para organizarla, es decir, para determinar su modo de existir, pues su
existencia procede de los mismos principios que los de la comunidad.
Efectivamente, las leyes no instituyen a la administración, ni tampoco a la
asociación; lo que hacen es modificar su organización, porque la existencia
la deben a la tendencia social, sin que las leyes hagan mas que darles el
impulso vital en tal o cual dirección.
Aunque la administración es una consecuencia de la asociación, como
esta lo es del espíritu de sociabilidad inherente a la especie humana, ésta,
al menos en cuanto a su organización y los efectos que de ella proceden,
está sometida, lo mismo que la sociedad, a un modo de existir. Este modo o
sistema constituye por cuanto a los principios, la ciencia de la administra-
ción, y por cuanto a su acción ejecutiva, el arte de administrar.
¿Cómo pues ha podido suceder que sus principios se hayan desconocido
siempre y que su organización haya sufrido en todos tiempos tantas y tan
diferentes alteraciones? La historia de todas las naciones responde a estas
preguntas señalando las usurpaciones de sus gobiernos, que siempre han
substituido con instituciones puramente convencionales la naturaleza de
las cosas que han desnaturalizado y corrompido por su particular interés.
Sin embargo, la naturaleza primitiva de la administración no ha podido
borrarse de tal modo por el despotismo de los gobernantes y la ignorancia
de los legisladores, al grado que deje de descubrirse hasta en el carácter de
sus establecimientos.
La ciencia administrativa, tanto en su método de organización como en
sus medios de ejecución, se compone de principios de una naturaleza tan
universal e invariable como los que constituyen y sostienen a la sociedad
misma. Porque es preciso no perder jamás de vista que la naturaleza, tan-
to en las cosas políticas como en las naturales, sólo procede con arreglo a
las invariables leyes de creación y conservación, y que cuando las leyes
humanas se separan de este principio se ponen en contradicción con las
leyes naturales. De donde se deduce con evidencia que los métodos de
organización que no proceden esencialmente de las leyes de la naturaleza
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