PLAZA PÚBLICA / ¿Por quién doblaron las campanas?

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Tan pronto concluyó la sesión del pleno de la Suprema Corte de Justicia, a las 13:05 horas del jueves 28 de agosto, a unos metros de la sede del tribunal constitucional se inició el lúgubre tañido de las campanas de Catedral, "en señal de luto por tantas vidas inocentes que serán liquidadas", según explicó el diácono Rafael Parra, responsable del campanario catedralicio. De modo más formal, la oficina de comunicación social dijo que la Arquidiócesis, "con profundo dolor y desconsuelo, hizo doblar las campanas de la Santa Madre Iglesia Catedral por los millones de niños que serán sacrificados ante el amparo de la inicua ley de los hombres".

Así reaccionó de inmediato la jerarquía eclesiástica de la Ciudad de México ante el fallo de la Corte que declaró conformes a la Constitución las reformas a la Ley de Salud y el Código Penal capitalinos aprobadas en abril de 2007. Enseguida se produciría un fiero reclamo, una vitriólica e inquisitorial condena a la decisión, formulado por el cardenal arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, y sus ocho obispos auxiliares. Con esas posturas se iniciaba el "después" a que se refirió el presidente del máximo tribunal, cuando al finalizar las sesiones dedicadas a la cuestión por los ministros: "En toda nación donde se ha discutido la despenalización del aborto en el seno de los tribunales constitucionales, hay un antes y un después; a partir de la decisión aquí tomada, comienza el después en el caso mexicano".

Litigioso el tema desde mucho tiempo atrás, la pugna jurídica por las reformas de abril del año pasado se inició por el simultáneo inicio, un mes después de aprobadas, de sendas acciones de inconstitucionalidad por la Procuraduría General de la República y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que de ese modo suplieron la impotencia legal y política del Partido Acción Nacional en torno al tema. En franca minoría durante el debate legislativo, la diputación panista intentó prolongar su lucha fuera de la Asamblea, pero no contó con los 22 votos necesarios para emprenderla directamente, de suerte que motivó a la CNDH a que lo hiciera. (Ya antes se había frustrado el intento panista de evitar la discusión de la ley: quiso convocar a un referéndum pero no satisfizo los requisitos establecidos por la ley, que obligan a que la solicitud sea avalada por el 0.5 por ciento del número de ciudadanos empadronados -unos 36 mil en aquellas fechas-, pues sólo presentó el equivalente al 0.29 por ciento).

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