Organización campesina en la vieja y la nueva ruralidad: el caso de México

AutorAltynaí Arias Hernández/Ulises Chávez Flores
Páginas133-176
VIII. ORGANIZACIÓN CAMPESINA
EN LA VIEJA Y LA NUEVA RURALIDAD:
EL CASO DE MÉXICO
Altynaí Arias Hernández*
Ulises Chávez Flores**
“¿Cómo puede comprarse o venderse el firmamento, ni aun el
calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida.
Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las
aguas, ¿Cómo podrán ustedes comprarlos?
Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada
brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota
de rocío en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto,
es sagrado a la memoria y el pasado de mi pueblo…”
Noah Sealth
Jefe Indio de los Pieles Rojas.
(Respuesta a la propuesta del Presidente
de Estados Unidos, Franklin Pierce,
de que vendieran sus tierras
para ser desplazados a una reserva).
* Maestra en Ciencias, Jefa del Departamento de Estudios de Rentabilidad
del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía
Alimentaria (CEDRSSA). Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión,
LX Legislatura.
** Licenciado en Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.
Presidente de Enlace Comunitario y Alternativas del Pueblo, A. C. (ECAP AC).
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8.1. INTRODUCCIÓN
El debacle civilizatorio agudizado por el modelo del capitalismo neoliberal
actual, representa un enorme desafío para los movimientos campesinos
en México. Sus manifestaciones incluyen el calentamiento global, el
éxodo continuo de familias campesinas al vecino país del norte y la crisis
alimentaria, entre otros. Este sistema-mundo al estar en crisis y México como
parte de él, presenta una transición hacia un nuevo y diferente orden. No
obstante que este nuevo orden es difícil de prever, sí contamos con algunos
antecedentes como la reducción del estado de bienestar de la población,
la desruralización, la depredación del medio ambiente al abusar de los
agroquímicos, el impuso a los monocultivos y a la apropiación mercantil
de los recursos naturales, así como la manipulación de los mercados; como
fue el caso de la especulación del precio de la tortilla y el acaparamiento
del grano por agroindustrias, el desmantelamiento de las capacidades
tecnológicas y de investigación, junto con la creciente movilización de los
sujetos rurales, como fuente de desequilibrio de dicho sistema-mundo.
Este contexto ofrece a las organizaciones campesinas la oportunidad
de impulsar su autodeterminación, su propuesta de desarrollo desde la
nueva ruralidad, recuperar la ya perdida soberanía y seguridad alimentaria.
De ahí que, a partir de la crisis del sistema–mundo, las organizaciones
campesinas y la sociedad civil sean las que presenten propuestas alternativas
a una transición y que ésta, no quede sólo en manos del Estado.
En este artículo abordaremos históricamente el proceso de la
organización campesina en México, en la vieja y nueva ruralidad, ligados
a los conceptos relacionados con el Estado revolucionario, el Estado
nacionalista, el Estado populista y el Estado neoliberal. Posteriormente
ofreceremos un panorama de cómo se dio la vieja y la nueva organización
rural, para concluir con el análisis de las organizaciones campesinas
independientes, sus acciones, demandas, alcances y contradicciones.
Del mismo modo, abordaremos la conceptualización de los
movimientos sociales a través de las organizaciones campesinas oficiales e
independientes, quienes durante años asumieron un esquema organizativo
agrario, que se contrapone a los nuevos procesos identificados con el
término de “Nuevo Campesino”.
El método que utilizaremos para el análisis refleja una nueva discusión
desarrollada en torno a las categorías empleadas en el desarrollo conceptual
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de la participación en la organización campesina y en sus movimientos
sociales.
8.1.1. Identidad y campesinado
En las diferentes etapas históricas significativas del país, los
movimientos sociales del campesinado han estado siempre relacionados
con acontecimientos vinculados con agravios que atacan directa o
circunstancialmente diversos aspectos y características relacionadas con su
modo de vida, bienestar social, su desarrollo económico, cultural e incluso
la sobrevivencia en su tierra. En todos ellos, el elemento de identidad no
sólo está presente, sino que representa ese eje articulador y fundamental de
los actores, sujetos y movimientos sociales campesinos.
La identidad como matriz de unidad o diferenciación colectiva,
de clase, de etnia, lo que significó en su momento y lo que representó
posteriormente la Revolución Mexicana, podrá observarse que fue el
resultado de un proceso complejo, y que tal complejidad deriva de distintas
visiones de lo que significaba la vida, la posesión de la tierra, la lucha contra
el tirano, la tradición y el poder; no implicó la separación, sino cohesión,
a veces entre distintas facciones de clases o grupos sociales frente a un
enemigo común, pero en la mayoría de los casos y de manera más profunda,
de identidad entre un mismo grupo social. El movimiento social de 1910,
sin lugar a dudas fue un movimiento revolucionario, y en esa violentísima
irrupción de la masa de México, el campesinado jugó un papel de gran
importancia, el elemento de identificación de las causas comunes permitió
que la lucha se diera fuera de la estructura de dominación y contra ella,
alterando y transformando en diferente medida, diversos procesos de las
relaciones sociales.
En este contexto, un aspecto fundamental para los campesinos es la
identidad, vista como elemento subjetivo que los posibilita como actores
sociales, para hacer frente a los procesos estructurales que tienden a la
disgregación, atomización y desaparición de los grupos minoritarios y
específicos que se identifican, en sí mismos, por su tradición, costumbre y
racionalidad. Esto es, por su cosmovisión entendida como modo de vida.
Según Alain Touraine, para que un sujeto se apropie de la historicidad
requiere de una concreción especial de identidad (Touraine, 130). En esta

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