Las Mulas de su Excelencia

AutorVicente Riva Palacio
Páginas121-127
LAS MULAS DE SU EXCELENCIA
VICENTE RIVA PALACIO
n la gran extensión de Nueva España puede asegurarse
que no existía una pareja de mulas como las que tiraban
de la carroza de Su Excelencia el señor virrey, y eso que tan dados
eran en aquello tiempos los conquistadores de México a la cría
de las mulas, y tan afectos a usarlas como cabalgadura, que
los reyes de España, temiendo que afición tal fuese causa del
abandono de la cría de caballos y del ejercicio militar, manda-
ron que se obligase a los principales vecinos a tener caballos
propios y disponibles para el combate; pero las mulas del virrey
eran la envidia de todos los ricos y la desesperación de los ga-
naderos de la capital de la colonia.
Altas, con el pecho tan ancho como el del potro más pode-
roso. Los cuatro remos finos y nerviosos como los de un reno;
la cabeza descarnada, y las movibles orejas y los negros ojos
como los de un venado. El color tiraba a castaño, aunque con
algunos reflejos dorados, y trotaban con tanta ligereza que ape-
nas podría seguirlas un caballo al galope.
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LA C OLO NIA
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