Hidalgo

AutorManuel Gutiérrez Nájera
Páginas180-182
HIDALGO
MANUEL GUTIÉRREZ NÁJERA
o fue Hidalgo un genio para la guerra, como lo fue More-
los, ni un batallador, como los Galeana; pero ese humilde
cura párroco, de alma y cabellos blancos, fue el primero que
oyó el quejido de los opresos, como se oye en un confesona-
rio la confidencia de dolor. A ese curato de Dolores fue el indio
desvalido en busca del buen sacerdote que había de socorrerle.
Y aquel insigne cura bautizó la libertad.
Sentimos amor a todos los grandes insurgentes; pero de
ellos, ninguno es más querido que ese viejecito de canas inma-
culadas; a él volvemos la mirada en los conflictos, a él solamen-
te le llamamos padre.
Y es padre, no por la investidura sacerdotal, es padre por el
amor que nos tuvo. Sus manos fueron hechas para bendecir, y
bendijeron a una nación recién nacida. Es padre en el sentido
altísimo de este vocablo: en el que expresa un absoluto desinte-
rés y un infinito amor.
L
AMÉ RIC A
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