Memorias de Lecumberri: Sergio García Ramírez

AutorDavid F. Uriegas y Mateo Mansilla-Moya
Páginas48-52
48 abogacía Agosto 2022
[ Experiencias ]
DIRECCIÓN DE LECUMBERRI
Yo trabajé muchos años en el
sistema penitenciario. Mi primer
trabajo en el sector público fue
en la Penitenciaría del Distrito
Federal, en Santa Martha. No
me había recibido todavía. Allí
elaboré mi tesis, en un cubí-
culo médico de Santa Martha.
Ahí se acendro mi vocación de
penitenciarista.
Más tarde fui director del
Centro Penitenciario del Estado
de México durante varios años,
una prisión aledaña a Toluca que
tuvo éxito como prisión. El éxito
que puede tener una prisión que
sirve a sus objetivos.
Después, dentro del ambiente
de la Secretaría de Gobernación,
fui subsecretario algunos años.
Me ocupé del Sistema de Rea-
daptación Social.
En abril de 1976 hubo una
fuga espectacular en Lecum-
berri de un grupo de personas
encabezadas por un notorio tra-

la atención pública y provocó
un gran escándalo, muchos líos
adentro de la cárcel. Entonces,
el presidente Luis Echeverría
me preguntó si aceptaría dirigir
Lecumberri en medio de esta
catástrofe que había ocurrido.
Obviamente le dije que sí,
pero para mí fue un reto muy
difícil. Antes había tenido con-
tacto con Lecumberri, no como
abogado defensor ni como mi-
nisterio público, sino como es-
tudioso de prisiones, y tenía
muy mala impresión de ese
centro penitenciario. Era una
prisión muy grande; enton-
ces albergaba a cerca de 4,000
reclusos, poquito menos. Había
pasado por muy distintas etapas
y tenía muchos problemas. Algu-
nos de mis colegas y maestros
que habían dirigido Lecumbe-
rri confesaron que no habían
podido resolverlos. Entonces,
acepté el reto y la invitación del
presidente.
La noche del 30 de abril me
fui a dirigir la prisión. Me dio
posesión del cargo el regente de
la Ciudad de México, Octavio
Sentíes. Ya estábamos traba-
jando en la red de reclusorios de
la Ciudad de México para cerrar
Lecumberri y abrir nuevos reclu-
sorios. A mí me tocaría dirigir la
transición.
Me comprometí con la direc-
ción de Lecumberri y la desem-
peñé durante varios meses con
sobresaltos, como es natural en
una cárcel de esas características,
pero también con agrado. Fue una
especie de liberación para los pre-
sos en reclusión, porque se abría
la puerta a sus familias, a sus
libros. Se renovó en poco tiempo,
lo puedo decir con franqueza. Hay
testigos de aquello y mucha gente
ha escrito sobre el asunto.
Bueno, al cabo de algunos
meses se abrió el Reclusorio
Norte y el Reclusorio Oriente,
casi simultáneamente, y se cerró
Lecumberri; o, mejor dicho, se
abrió la puerta de Lecumberri
porque había estado cerrada 75
años. Se abrió para dar lugar al
porvenir, al futuro, sin derruir
el lugar.
PERCEPCIÓN DE LA CÁRCEL
La percepción que yo tenía
de Lecumberri era la misma
Memorias de
Lecumberri:
Sergio García Ramírez
David F. Uriegas y Mateo Mansilla-Moya
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