Jorge Carpizo. De jurista comprometido a político independiente

AutorGerardo Laveaga
Páginas14-16

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El éxito de un político depende, a menudo, de su capacidad para representar y gestionar los intereses de los grupos que han impulsado su carrera. Cuando estos grupos pierden fuerza o aparecen otros con intereses contrarios, la trayectoria del político comienza a declinar.

Existe, no obstante, un tipo distinto de político: el hombre que no llega a un sitio para defender los intereses de una camarilla sino para hacer lo que él cree que debe hacerse por su comunidad. Por lo general, se trata de una persona cuyo talento da prestigio a un gobierno, al que se le invita a colaborar con el ánimo de usufructuar su talento y probidad. Algunos de estos servidores públicos fracasan de manera estrepitosa, al pisar una mina o al desafiar las reglas del juego. Otros, caminando sobre el filo de la navaja, llegan a resultar enormemente exitosos. A estos últimos pertenece Jorge Carpizo.

Cuando él afirma que nunca en su vida ha buscado un cargo, es difícil creerle: fue abogado general, coordinador de Humanidades, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas y rector de la UNAM. También fue ministro de la Suprema Corte de Justicia, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, procurador general de la República, secretario de Gobernación y embajador de México en Francia.

Admite, eso sí, que el cargo que más ha disfrutado es el de director del Instituto de Investigaciones Jurídicas. ¿Quizá porque este polémico campechano se considera, ante todo, un constitucionalista? El discípulo predilecto de Mario de la Cueva en la Facultad de Derecho de la UNAM, el antiguo alumno de la London School of Economics, nunca dudó acerca de su vocación profesional y, hoy, a sus 65 años, ha vuelto a un cubículo del Instituto. No puede disimular el regocijo que le causa sumergirse, una vez más, en el mundo académico. Entre libros amontonados, fotografías con colegas togados y un retrato mayor —el de Gabino Barreda—, Carpizo derrocha entusiasmo recordando sus distintas gestiones: "Conseguimos que hubiera una auténtica planeación universitaria desde la Rectoría; que los comandantes de la policía que protegían a los delincuentes fueran castigados; que hubiera elecciones pacíficas en 1994; que Francia invirtiera más en México..." No dice "logré", sino "logramos", consciente de que su principal acierto, el acierto que ha definido sus buenos éxitos dentro de las estructuras administrativas que ha encabezado, es la conformación de equipos competentes, los...

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