Espacios públicos y privados del tiempo libre

AutorJosé Antonio García Ayala
Páginas105-139
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IV. Espacios públicos y privados del tiempo libre
El derecho a la ciudad:
espacio público y ciudadanía
Para definir la diferencia entre espacio público y privado habrá que considerar
en primera instancia, que tanto el espacio como el tiempo son dos caras de
la misma moneda, son partes indisociables de un único concepto, donde el
tiempo y el espacio no sólo se relacionan, sino se determinan uno al otro de mane-
ra abierta, de ahí que la frase, “el espacio es tiempo cristalizado”. Esto conduce al
reconocimiento del espacio como la sede abierta de relaciones, interacciones, en-
cuentros y desencuentros, entrecruzamientos y desconexiones, que nunca conclu-
yen, lo que conlleva a la posibilidad de identificar las múltiples historias que con-
fluyen dentro de un mismo lugar, como lo plantea Doreen Massey (2005: 103-127).
En segundo lugar habrá que considerar que el tiempo y el espacio no tendrían sen-
tido, sino tienen una connotación cultural, (de ahí que la frase “estoy perdiendo el
tiempo”, se signifique como “estoy dejando de hacer algo que quiero”), que relate un
carácter o una condición exclusiva o predominante que se desee destacar ya sea como:
tiempo social, tiempo libre, tiempo de trabajo, etc., o como: espacio doméstico, espacio
cultural, espacio público, etc., connotaciones que establecen una distinción espacio
temporal, que per mite hacer contrastes con el presente, y posibilita la redefinición del
tiempo libre tomando como referencia al espacio público. Como ya se vio en el caso
del tiempo libre, este puede definirse como un momento de descanso y recreación,
pero intrínsecamente también conlleva un sentido cultu ral de libertad y de libre albe-
drío, alude también a la figura de un espacio libre, un lugar que se distingue (escapa o
se sobrepone) del lugar disciplinado destinado a las obligaciones:
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Complejidad y urbanizaCión soCioCultural del tiempo libre
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En este sentido s e puede definir al tiemp o/espacio bajo dos asp ectos que marcan su sen-
tido: uno libre/público y otro “no libre” sujeto/privado, ello para explorar la condición
del tiempo público, y del espacio libre, como propia d e una práctica cultural ciudad ana,
distinta de su contraparte, la condición de tiempo sujeto, “no libre” o productivo del
espacio privado; mostrando dos formas opuestas y complementarias [dialógicas]
que acotan el análisis de la dimensión cultural de la ciudad (Tena Núñez y García
Ayala, 2007: 13).
Pero, entre el espacio público y el tiempo libre existe una relación complementa-
ria, que permite definir al espacio público como un espacio libre, es decir, indepen-
diente, y al tiempo libre, como un tiempo público o notorio, mientras que en este
mismo sentido, el espacio privado es visto como un espacio sujeto, es decir, domi-
nado, y al tiempo sujeto como un tiempo privado o secreto. Sin embargo, aparte de
ser connotados por su condición de libertad o prohibición, ¿qué otras aspectos im-
plican la definición de espacio público y espacio privado? Para dar respuesta a esta
pregunta, habrá que tomar en cuenta las consideraciones sobre las que se enmarca la
vida cotidiana en sociedad.
De acuerdo a Habermas (2005), en la actualidad la vida en sociedad está enmar-
cada en dos esferas: la pública y la privada, que coexisten en una constante disputa
por imponer sus intereses. La esfera pública hace referencia a lo manifiesto, común
y notorio, donde los intereses que hay que privilegiar son los de la colectividad,
mientras que la esfera privada alude a lo íntimo, personal e interior, donde los inte-
reses que hay que privilegiar son los del individuo. La esfera pública se asocia con la
inteligencia el cálculo y la eficacia, y por su lado la esfera privada se asocia a los
sentimientos, la afectividad y la intuición.
En este sentido, la esfera privada se considera el ámbito de la intimidad que no se
hace público, mientras que la esfera pública se relaciona con el ámbito de la sociabi-
lidad que se hace en comunidad. Otro sentido que se le asigna a estas esferas es el
relacionado con la propiedad, donde lo público per tenece al Estado y lo privado a un
particular. También se encuentra el sentido del acceso, donde lo público se significa
como un ingreso democrático, fluido y móvil, mientras que lo privado con un ingreso
selectivo, complicado y restrictivo; el sentido de reconocimiento donde lo público
permite el derecho a la equidad y universalidad, mientras que lo privado se vincula
con el derecho a la desigualdad e individualidad.
Para Miguel G. Cortés (2006: 57), la relación entre la esfera pública y la esfera
privada, se pueden entender más como una acción que se lleva a cabo, que como
un estado que se posee, y así mismo compor ta un importante contenido de carác-
ter espacial, dado que son ámbitos en constante disputa dialéctica que se intentan
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espaCios públiCos y privados del tiempo libr e
fijar en regímenes de visibilidad y ocupación urbana. Estas esferas no mantienen
entre sí, una relación dicotómica, sino dialógica, como un sistema de valores y
normas instituidos dentro de la sociedad, entre dos ámbitos que se oponen y com-
plementan mutuamente. Una relación de la que se permite saltar de lo público a lo
privado, dependiendo de las circunstancias socioculturales, históricas y espacia-
les, que se estén analizando.
Pero ¿qué es lo que está en juego en las relaciones que se establecen entre el es-
pacio público y el privado? ¿qué implica habitar a la ciudad mediante prácticas ur-
banas asociadas al ocio? y ¿en qué se diferencia con la experiencia de habitar la
ciudad, mediante prácticas urbanas relacionadas con el entretenimiento? Las res-
puestas a estas y otras preguntas serán necesarias para entender, como el espacio
urbano cobra sentido a través de la organización y la jerarquización de los espacios
públicos y privados que lo constituyen, así como a través de las formas de habitarlo
relacionadas con el ocio y el entretenimiento que estos mismos sitios favorecen.
Para comprender el concepto de espacio público, habrá que establecer en pri-
mera instancia el concepto de lo público referido al espacio urbano. De acuerdo
con Gabriela Wiener Castillo (2006: 156), lo público es el mundo común donde
los ciudadanos se relacionan, actúan y viven juntos. Así, el espacio público se
convierte en un lugar común en donde se expresa la heterogeneidad cultural de
la sociedad,1 a través de la realización de múltiples prácticas cotidianas, que
unen a los habitantes de la ciudad con un sentido de identidad, inclusión, igual-
dad y sociabilidad. En este sentido, el espacio público remite a concepciones
asociadas a los intereses, valores, imaginarios y representaciones de lo colectivo:
libertad, democracia, bien común, tolerancia, solidaridad, legitimidad, sobera-
nía, poder, comunidad, ciudadanía y sociedad.
Por su parte, para Emilio Duhau (2003,140), el espacio público basa su importan-
cia en su capacidad para convertirse en el escenario de: la diferenciación social sin
exclusión, la coexistencia de funciones diversas, la aceptación y disfrute de lo extra-
ño, lo visible, la publicidad, lo nuevo y lo sorprendente, lo que también define al
1 Cabe aclarar que desde ciertas líneas analíticas que toman la perspectiva de género, el espacio
públi co mode rno a l esta r liga do dir ectam ente c on la co ncepc ión del hombre-tipo, es considerado como
excluyente desde su diseño, de la condición cultural de gén ero de las mujeres, a las cuales s e les reser-ón cultural de género de las mujeres, a las cu ales se les reser-n cultural de género de las mujeres, a las cu ales se les reser-
vaba los espa cios privados. De ah í la necesidad de que en la actu alidad los espacios públicos no sean
indiferentes, y con sideren las condiciones ciudadana s en su más amplio sentido, para lo cual requieren
ser c read os o ad apta dos a la s car acte ríst icas cu ltu rales , tant o de muj eres , como d e jóvene s, per sona s de
la tercera edad y discapa citados, entre ot ros, que siempre ha n quedado a la zaga, ante la v isión de un
urbanismo progresista que diseñó espacios públicos estandarizados, para un hombre adulto y en edad
reproductiva, y no heterogéneos, en corresp ondencia con la riqueza cultu ral de la sociedad.
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