El escuadrón suicida de la criminología: Innovación etnográfica en contextos de ocio nocturno. Casos Magaluf y 'raves'/Criminology suicide squad: Ethnographic innovation in the Night-time economy. A case study of Magaluf and 'raves

AutorLic. Antonio Silva Esquinas, Dr. Jorge Ramiro Pérez Suárez y Dr. Daniel Briggs
Páginas109-134

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Introducción: La palabra es un organismo

Palabra, mándala supremo del cosmos mediante el cual podemos construir y deconstruir todo aquello que a nuestra merced se antoja. Palabra, combustible vital de guerras y amnistías, armamento poderoso para aquellos que sepan asirlo. Palabra, denostación máxima del número en determinados nichos, ninguneada, estigmatizada hasta su fonema ínfimo.

En este artículo vamos a presentar elixires místicos mediante los cuales realizar investigación en Criminología y, para ello, vamos a utilizar un estilo creativo. Sería incoherente no poner en sobre aviso al lector, así como tampoco redactar este texto siguiendo el género literario académico estrictamente. Tal vez por este motivo decidimos titularlo como "El Escuadrón Suicida de la Criminología", debido a que cuanto menos es arriesgado hablar de contenido metodológico en estos términos actualmente en España, del mismo modo que investigar algunas cuestiones que parecen tornarse tabú y ser relegadas a la obscuridad.

Así pues, vamos a realizar un repaso a la etnografía en el campo criminológico y social mostrando que no hay una sola etnografía, así como tampoco hay una mejor o peor. La visión dicotómica entre las escuelas metodológicas e incluso las compartimentaciones excluyentes dentro de las mismas no hace sino deteriorar el campo de investigación (Carlen, 2012; Pérez, 2017a). Por ende, inmersos en el hibridismo líquido propio de la posmodernidad vamos a presentar cómo la etnografía ha ido evolucionando según los campos, el objeto de estudio y las realidades sociales, culturales y políticas a lo largo de las últimas décadas. Esta disertación no pretende en momento alguno abarcar la totalidad de los nuevos campos que la etnografía ha ido produciendo, así como tampoco constituye una crítica destructiva a la escuela cuantitativa. Por el contrario, intentamos demostrar desde la teoría y la praxis como el hibridismo metodológico obtiene jugosos frutos en el campo de estudio.

Para ello, hemos de cuadrar nuestro primer paso en el estado metodológico del mainstream español, ya que sin contextualización difícilmente podremos entender el motivo que nos impulsa a poner en práctica estas técnicas metodológicas.

En la Academia criminológica española gobierna la denominada Criminología Administrativa (Young, 2011), quien usa la metodología cuantitativa como instrumento de trabajo y solo busca entender la realidad en base a criterios estáticos y numéricos. Esto es, mediante las cifras duras y teorías ineficaces generadas hace décadas; como son la situacional, las de la oportunidad, la elección racional y las actividades rutinarias (Matthews, 2014). A más abundancia, dentro de la corriente cuantitativa española también surgen problemas en la aplicación, valoración y medición de los instrumentos que incluso generan, defacto, sesgos de confirmación; es decir, ya no hablamos de que esta corriente esté eludiendo ciertos campos de imperiosa atención, sino que además se aplica de forma incorrecta y queriendo disfrazarse de seductora ambrosía eterna. Y así lo indican también Ferrell, Hayward y Young (2015) en un capítulo titulado "Contra el Método Criminológico" donde advierten que si la disciplina se ve absorta en la burocratización y la tecnocracia se torna "sin vida, rancia e inhumana" (p. 192, traducción propia). Como consecuencia directa del culto al número surge una Criminología del ¿y qué? (Matthews, 2014) que termina por sumirse en una crisis teórica de la que no encuentra salida (Hall & Winlow, 2015) en tanto que su preocupación se centra en escalar sobre lo que Briggs (2017a) vino a denominar como los siete pecados del capitalismo académico. Por ende, todo aquel que vaya en contracorriente con estas herramientas

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impostadas por el mainstream será categorizado como un ser atávico, un acientífico, un chamán.

Como consecuencia de lo anterior, algunos autores vienen proponiendo la integración de nuevas epistemologías y metodologías en nuestro contexto en busca de revertir la situación de crisis y generar una Criminología más híbrida, eficaz, implicada tanto con la sociedad como con la comunidad y alejada del ostracismo académico (Pérez, 2017a; Silva, 2018). Dentro del nuevo marco metodológico que proponen salen a relucir los Mixed Methods, que son definidos por Jhonson, Onwuegbuzie y Turner (2007) como:

La investigación en métodos mixtos es el tipo de investigación en la que un investigador o equipo de investigadores combina elementos de enfoques de investigación cualitativa y cuantitativa (por ejemplo, el uso de puntos de vista cuantitativos y cualitativos, recopilación de datos, análisis, técnicas de inferencia) a efectos de amplitud y profundidad de comprensión y corroboración, (p. 123, traducción propia)

Dentro de éstos, el uso de la etnografía servirá como elemento vertebrador que nos permita comprender fenómenos que escapan al estudio de las cifras (Hall & Winlow, 2015). No obstante, no podemos hablar de etnografía en sentido amplio, ya que hay una multiplicidad de tipologías dentro de este método de investigación y cada uno de ellos tendrá una utilidad diferencial para el estudio de una fenomenología determinada. Así pues, en este artículo vamos a desarrollar la etnografía instantánea y la auto etnografía principalmente (ver epígrafe 2), e intentaremos realizar una labor didáctica aplicando en sus postulados de forma abstracta en la redacción general del artículo y con un cariz marcado en el epígrafe 4.

Caos dentro de sí para dar a luz estrellas danzarinas: Etnografía instantánea y autoetnografía

Uno de los grandes problemas de la etnografía parece encontrarse en su supuesta falta de objetividad, dificultad de generalización y su carácter científico o acientífico (Spencer, 2014, p. 449). En un panorama dominado por el fetichismo metodológico (Pérez, 2017a), la administrativización del conocimiento criminológico (Cordero, 2017; Ferré ll, Hayward, & Young, 2015; Silva, 2017; Young, 2011) y una lucha de escuelas de algún modo promovida o enquistada en un estatismo mainstream (Silva, 2018).

La ubicación de la etnografía en este conflicto epistemológico, ontológico, cultural y académico queda explicitada por Hammersley y Atkinson (2007):

Redefinir la investigación social en términos de su reflexibilidad también ilumina la relación entre las aproximaciones cuantitativas y cualitativas. Ciertamente, es difícil justificar la visión, asociada al naturalismo, de que la etnografía representa un paradigma superior, alternativo a la investigación cuantitativa. Por otra parte, supone una contribución a las ciencias sociales mucho más importante que la que admite el positivismo, (p. 36)

Es decir, entendiendo la etnografía como una rica fuente de información sobre el mundo social. Sin embargo, no debe entenderse la etnografía como una verdad definitiva, ni tan siquiera como un acto de política kamikaze anti-cuantitativa.

A mayor abundamiento, la Criminología según Ferrell, Hayward y Young (2015) debe "abrazar métodos que puedan atrapar las sutilezas de las situaciones transgresoras mientras ubica esas situaciones en corrientes de significado más amplias" (p. 209, traducción propia), metodologías que se encuentren en sintonía con la imagen (p. 210). En un mundo de interacciones dinámicas; de imágenes y altares a esas imágenes frente a los que nos

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postramos en la era de la ligereza (Lipovestky, 2016a) y el hipersestetismo (Lipovetsky, 2016b) todo es demasiado sensorial, demasiado bello, demasiado banal, demasiado veloz. Nuestra realidad, por ende, se convierte en un continuo proceso de codificación/decodificación y de creación/recreación donde todo, donde las identidades y las ontologías adquieren una plasticidad inabarcable. Es en estos momentos fugaces, fuegos fatuos en los cementerios de la criatura abortiva del presente; donde surge la etnografía instantánea.

Indican Ferrell, Hayward y Young (2015) que la Etnografía Instantánea es la etnografía dinámica de "la construcción momentánea de los significados" (p. 216, traducción propia), pero también de la representación (en el sentido teatral del término). Podríamos indicar, por ello, las siguientes características, indicadas por los autores mencionados a través de la revisión literaria (pp. 216-218):

- Especial atención a lo impredecible: momentos de caos y confusión en el campo trufados de significado.

- Teóricamente puede concebirse desde la liquidez (citando a Bauman, 2000): "dinámicas situadas por las cuales los momentos líquidos son vividos ilícitamente" (p. 216, traducción propia).

- Se entiende desde la teatralidad de las interacciones sociales: entendiendo el delito y la transgresión como una pugna entre la dramaturgia de los actores involucrados, incluyendo el investigador.

- Expresa una política subversiva de la transgresión a través del método: resaltando la importancia definitiva desde los momentos finitos.

Es a través de lo anteriormente mencionado como se convierte en un elemento decisivo en la agenda progresista de la Criminología Cultural, teniendo un gran potencial en el estudio de la economía nocturna, donde las interacciones entre individuos en su no-libertad (Briggs, 2013) tienen un gran significado simbólico desde lo carnavalesco (Presdee, 2000).

Tras este tipo de etnografía, Ferrel, Hayward y Young (2015) presentan la "Etnografía Líquida" invitando al lector a entenderla como la "etnografía intersticial" y la "etnografía fantasma" (p. 221) centrándose en aquellos perdidos, olvidados o desaparecidos entre las grietas del sistema. La Etnografía Líquida, busca fluir con la...

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