Baja California (territorios norte y sur) 1920-1934

AutorCarlos Macías
Páginas209-251
VI. BAJA CALIFORNIA
(TERRITORIOS
NORTE
YSUR) [1920-1934]
PRESENTACIÓN
A
nadie
podría
causar
extrañeza
el
hecho
de
que
en
el
transcurso
de
la
déc
ada
revolucionaria (1910-1920) , las
entidades
federati
vas
no
pudier
an
ex
perimentar
sustanciales
progresos
en
las diversas
ramas
de
su
econo-
a.
La
prolongada
gesta
que
comenzó
con
el de
rrumbe
de
un
dicta-
dor
y
culminó
con
la
consagración
de
las
ideas
de
mejoramiento
social
en
la
letra
constitucional
,
también
provocó
en las
más
apartadas
zonas
del país el
deterioro
de
la
producción
agrícola
y
ganadera
, el
desinterés
por
la
explotación
minera
y el
bloqueo
a la
circulación
regular
de
los
bienes.
Ante
circunstancias
poco
propicias
para
el
auge
producti
vo
en
el
marco
nacional
,
cobró
relieve
la
"
aparición
"
-si
vale el
término-
de
la pe
nínsula
de
Baja
California
y
dentro
de
ésta
,
particularmente
,
la
em e
rgencia
apresurada
del
territorio
norte,
simbolizada
por
el
re
a
ju
ste
de
su
división política, el
brote
de
ciudades
fronterizas
y el
incremento
de
su
población.
Por
siglos,
la
localidad
suriana
de
Loreto
fue
la
puerta
de
entrada
y
salida
de
..
mercancías,
y
en
torno
su
yo se
habían
ido
creando
pueblos
y villas.
Aún
en
1887,
la
sede
del
gobierno
de
la
península
se
ubicaba
al s
ur
,
en
La
Paz. Y
décadas
después,
al
dar
inicio
la
revolución
, Baja
California se
componía
de
dos
distritos, el
norte
y el sur;
pero
el
prime-
ro
distaba
mucho
de
tener
la
importancia
política
y
económica
que
alca
nzaría
quince
años
después.
Su
capital
- y
su
única
municipa-
lida
d-
era
una
villa
ubicada
frente
al Pacífico,
la
Ensenada
de
Todos
los
Santos
, "el
centro
del
tráfico y
del
comercio
para
el
abastecimiento
de
los
pueblos
"
de
la
región,
según
la
expresión
del
etnólogo
francés
León
Diguet
empleada
por
aquel
entonces.
Otras
secciones
de
ese
distrito
con
menor
relevancia
eran
Tecate
, El
Álamo
,
Mexicali
, El Ro-
sario y
Tijuan
a, villas
que
representaban
un
territorio
fértil
para
las
compañías
deslindadoras.
1
i L .
J.
n
Di
gue t, T
erritorio
de
la Baja
Ca
lifomia.
Rese
1ia ge
ográfica
y estadística, México, L
ibre
a
de
ªVi
ud
a d e C. Bo
ur
e t, 1908,
pp
. 1
5-2
1.
209
210 FIGURAS DEL
PODER
POLÍTICO
REGIONAL [1920-1935)
El
distrito
sur,
en
cambio,
el
de
mayor
influencia
histórica,
tenía
siete
municipalidades
-encabezadas
por
La
Paz-,
y sus
pobladores
laboraban
en
tareas
tan
diversificadas
como
la
pesca
de
cetáceos
y
ostras
perleras,
la
minería
en
el
Boleo,
la
cría
de
ganado
vacuno
y el
cultivo
de
higueras,
naranjos
y
duraznos.
2
A
partir
de
la revolución, la
historia
de
la Baja
California
se despla-
zaría
en
lo
fundamental
por
la
región
del
norte.
Esa
historia
habría
de
incluir,
por
cierto,
dos
episodios
breves
pero
dramáticos:
la
invasión
militar
de
1911
desde
territorio
estadunidense,
patrocinada
por
los ma-
gonistas, y la fallida
conspiración
de
1915,
enderezada
a
segregar
dicho
territorio
de
la República
Mexicana
y
planeada
por
Harry
Chandler
y
Benjamín
Viljoen.
Además,
la
efemérides
bajacaliforniana
de
lo
cu-
rioso registró la
singular
actitud
del
gobernador
Esteban
Cantú,
quien
luego
de
romper
con
la
Convención
Revolucionaria
de
Aguascalientes,
declaró
que
su distrito
permanecería
"enteramente
neutral
en
la
lucha
intestina
que
tortura
a la patria;
pero
sin
dejar
por
un
solo
instante
de
pertenecer
a la
nación
mexicana.
"'l
Ya
fuera
porque
la
Federación
quiso
evitar
una
costosa
expedición
militar, o
bien
porque
surtió
efecto
la
gestión del
hermano
del
gober-
nador
ante
el
propio
Primer
Jefe,
Cantú
fue
confirmado
en
su
cargo
el
1
de
mayo
de
1917. Lo
cierto
fue
que
a lo largo
de
los
cinco
años
que
permaneció
al frente del distrito, llegó a
heredar
cuantiosas
obras
ma-
teriales (caminos, líneas telegráficas y telefónicas,
alumbrado
eléctrico
y edificios públicos),
especialmente
en
Mexicali,
Ensenada
y Tijuana;
todo
ello
no
sólo sin el auxilio
del
erario
federal,
sino
incluso
con
el
aporte
de
sumas regulares del
gobierno
del
distrito a la
Federación.
El
distrito
norte
había
pasado,
en
el
periodo
1910-1920,
de
10 mil a
24
mil
habitan
tes. 4
La
correspondencia
presentada
en
este
capítulo
arranca
en
1920,
fecha
en
que
la
expedición
del
general
Abelardo
Rodríguez
expulsó
al
gobernador
Cantú,
quien
aún
en
esa
fecha
se
negaba
a
abandonar
el
máximo
cargo
del distrito, tal
como
se lo exigía el
presidente
Adolfo
de
la
Huerta.
El
tema
que
más se
reiteró
en
las cartas enviadas a los
gene-
rales
Obregón
y Calles
por
parte
de
los
primeros
sucesores
de
Cantú,
fue la
debatida
recaudación
de
impuestos
a los casinos y casas
de
juego.
De
hecho,
Cantú
había
inaugurado
y
robustecido
esa
generosa
vía
de
financiamiento,
por
lo
que
no
sería
de
extrañar
que
poco
después
se
volviera
habitual
-y,
si
se
quiere,
hasta
necesaria-
para
aliviar las
urgencias
económicas
del
distrito.
2 llnd.
: Pablo Martínez, Historia
de
Baja California, México, Libros Mexicanos, 1956, pp. 512-518 y 531.
/bid.,
op.
rit.,
p.
539.
-
BAJA
CALIFORNIA (TERRITORIOS NORTE YSUR) [ 1920-1934]
211
En
agosto
de
1921,
el
flamante
gobernador
Epigmenio
!barra
co-
municaba
al
secretario
de
Gobernación
(Calles), "con
honda
pena",
haber
llegado
a la
conclusión
de
que
era
necesario
actuar
con
un
poco
de
tolerancia
para
permitir
el
juego
aunque
fuera
por
"por
veinte
días".
!barra
aducía
como
atenuantes
de
esa "licenciosa"
medida,
que
a los
empleados
y
obreros
mexicanos
no
se les
permitiría
jugar
y
que,
por
lo
mismo,
el
capital
"invertido"
en
esa actividad sería sólo
extran-
jero.
Sus
propósitos
eran
del
todo
encomiables:
obtener
dinero
para
realizar
obras
hidráulicas
y
construir
instalaciones
educativas,
para
tapar
baches
y
concluir
el edificio
de
gobierno
en
Tijuana.
!barra
fue
relevado
poco
después,
al
parecer
por
haber
extendido
la
vigencia
de
sus
disposiciones
más
allá
de
20 días.
Luego
de
un
bre-
vísimo
interinato,
en
su
lugar
fue
enviado
José
Inocente
Lugo,
hasta
entonces
subsecretario
de
Gobernación.
Este
capítulo
contiene
dos
cartas
acerca
del
dolor
de
cabeza
que
padeció
Lugo
por
haber
autori-
zado el
establecimiento
del
casino Sunset,
mismo
que
obtuvo
un
aira-
do
mensaje
del
presidente
Obregón
sobre
"la
muy
desfavorable [ ... ]
impresión
que
causó
en
mi
ánimo
la
apertura
de
ese
nuevo
centro
de
vicio".
Por
supuesto,
Lugo
no
permaneció
en
ese
cargo
por
mucho
tiempo.
Los
tiempos
cambiaron
y el
gobernador
que
sucedió
a Lugo, Abelar-
do Rodríguez,
supo
adaptarse
con
atingencia
a los
apremios
económi-
cos del distrito. Los clubes,
el
juego
y las
carreras
de
caballos
-según
Rodríguez-,
formaban
parte
de
una
actividad
económica
moderna
(el turismo) a la
que
México
no
tendría
por
qué
resistirse. "Francia vive
del
turismo
-escribió
al
presidente
Calles-.
Al
turismo
debe
atraér-
sele
con
los
medios
que
las leyes
permitan
y
que
sean
de
su
agrado."
De esa
forma,
si
el
poblamiento
de
Mexicali
había
reclamado
su ele-
vación a
municipalidad
desde
1914,
nada
tuvo
de
extraño
que
la
pro-
gresista y "turística"
ciudad
de
Tijuana
mereciera
tal
categoría
en
1925,
tan
sólo
un
año
después
de
que
Rodríguez
llegó
al
poder.
Quedó
resuelta, entonces, la convivencia
tranquila
entre
los
centros
de
recrea-
ción y las
necesidades
inaplazables
del
distrito.

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