“Los Zetas”, al ataque

AutorJorge Carrasco Araizaga, J. Jesús Esquivel

Cobán, Guatemala.- La reciente masacre de 27 campesinos en El Petén demostró el dominio territorial que tiene la organización delictiva Los Zetas en Guatemala luego de cuatro años de imponer el terror entre la población y los narcotraficantes locales, aprovechando la debilidad institucional del país centroamericano.

Enclavada en el corazón de la zona maya, la ciudad de Cobán es hoy el cuartel general de Los Zetas en Guatemala, hasta donde incluso se ha trasladado su jefe máximo, Heriberto Lazcano, El Lazca, para dirigir personalmente operaciones de contrabando de droga, ejecuciones, secuestros, extorsiones y hasta financiamiento de campañas políticas.

A 205 kilómetros hacia el norte de la capital guatemalteca, Cobán ofrece condiciones propicias para que el grupo criminal mexicano busque apoderarse del trasiego de drogas, personas y armas entre México, Centro y Sudamérica, desplazando a su principal competidor en este negocio ilícito: el cártel de Sinaloa. Las pequeñas aldeas dispersas por la ruta asfaltada que va desde la capital a Cobán son parte del territorio que Los Zetas controlan en alianza con narcotraficantes locales.

Cobán demuestra la capacidad de penetración del cártel fundado por militares desertores mexicanos. Se ubica a 962 kilómetros de la frontera con México y es paso de los narcóticos que entran a Guatemala desde Honduras, Belice y El Salvador.

A partir del kilómetro 143 de la carretera que va de Guatemala a Cobán, donde comienza el Corredor Biológico Bosque Nuboso, las aldeas montañosas, cubiertas de una densa neblina que en esta época de lluvia se levanta al filo del mediodía para reaparecer al bordear la tarde, son los puntos más importantes del movimiento de droga, bajo la vigilancia y responsabilidad de los zetas guatemaltecos, muchos de los cuales pertenecieron al cuerpo de fuerzas especiales guatemaltecas conocido como kaibiles.

Desde el departamento de Baja Verapaz hasta Cobán, en el departamento de Alta Verapaz y hasta El Petén, “todo es territorio zeta”, dice a Proceso una fuente de la inteligencia civil guatemalteca. Esta observación es compartida por funcionarios gubernamentales de México y de Guatemala, lo mismo que por la inteligencia militar de ese país.

La milicia guatemalteca se queja de que a raíz de los Acuerdos de Paz de 1996 los gobiernos civiles iniciaron la disminución de los efectivos del ejército, hecho al que atribuyen la penetración de la delincuencia organizada proveniente de México.

Durante el conflicto, el ejército contaba con 46 mil hombres, ahora tiene 20 mil, de los cuales 15 mil son soldados rasos y el resto oficiales. “Este número es insuficiente para vigilar el país”, dice un militar que participó en la guerra civil, prolongada por más de 30 años.

“Además –continúa–, antes de que bajaran el número de soldados existía la figura del comisionado militar en cada una de las aldeas. Eran casi 50 mil comisionados que teníamos para recibir información de lo que ocurría en las comunidades de más de 500 habitantes. Su tarea era pasar la información a la Secretaría Técnica Estratégica de Inteligencia. Así teníamos conocimiento de todo lo extraño que ocurría en Guatemala. Eso ya no existe.”

A los 15 mil soldados se añade la Policía Nacional Civil (PNC), con 20 mil efectivos y que depende del Ministerio de Gobernación, aunque en aldeas como La Libertad, donde ocurrió la matanza de campesinos del 15 de mayo, sólo cuentan con siete elementos.

Claudia Paz, fiscal general de Guatemala –cargo equivalente al de procuradora general de la República–, dice en entrevista que el desplazamiento de los narcotraficantes mexicanos alcanzó en los últimos tres años niveles que no...

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