Votos y preferencias en un gobierno dividido

AutorAdrián Gimate-Welsh y Juan Manuel Rodríguez
Páginas299-330
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Sin incursionar en la temática de las deficiencias de la rendición de
cuentas h orizontal del si stema presidencial (Argelina Cheibub Fi-
gueiredo, 2003: 170-197), en nuestra intervención partiremos de la
discusión en torno de los supuestos que subyacen en los sistemas
parlament arios frente a los presidenciale s. Se a sume que en los
primeros los partidos políticos son más disciplinados que en los se-
gundos. Ambos supuestos se basan en el comportamiento de los le-
gisladores expresado en el voto visible. En otros términos, el argu-
mento subyacente en ambos supuestos es la existencia de la cohesión
partidista o la falta de cohesión como determinantes de la eficacia
legislativa o la ineficacia. De ahí la importancia que se ha conferido
al estudio de la disciplina de partido en los congresos.
No es nuestro propósito comparar los sistemas presidencial y
parlamentario, sólo rescatar el argumento subyacente para desde
ahí examinar la producción legislativa en el caso del sistema presi-
dencial mexicano.
En algun os resultados de estudios so bre el Poder Legislativo,
los partidos se perciben como coaliciones procedimentales (Schic-
kler y Rich, 1997),1 reforzando con ello el modelo partidista del Po-
der Legislativo. Otros investigadores hacen hincapié en la necesidad
de establecer distinciones en el ámbito procedimental: a) el conjun-
to de reglas que estructuran la toma de decisiones en todo momento;
y los cambios en las reglas en determinados momentos (Cox y Mc-
1E. Schickler y A. Rich, 1997, “Controlling the Floor: Parties as Procedural coalitions
in the House”, American Journal of Political Science, vol. 41, núm. 4, octubre, 1340-1375
Votos y preferencias
en un gobierno dividido
Adrián Gimate-Welsh
y Juan Manuel Rodríguez
300 Adrián Gimate-Welsh y Juan Manuel Rodríguez.
Cubbins, 1997).2 Otros estudiosos (Mayhew, 1974) sostienen que el
motor que mueve a los legisladores es la constante presencia de sus
constituy entes, por un lado , y sus preferenci as, por el otro lado.
Otros más (Krehbiel, 1991, 1998) argumentan que en la competencia
partidista por los votos de los legisladores la influencia que unos
ejercen se diluye entre sí o se neutraliza una con la otra.
Si acepta mos que el sistema presidencial es menos eficaz en
términos legislativos frente al parlamentario, la situación en un go-
bierno presidencial dividido será mucho más dramática.
Estudios re cientes (Figueredo y Limongi, 2000), 3 sin embargo,
de casos como Brasil ofrecen otros datos que demuestran que en los
gobiernos presidenci ales sí hay eficaci a legislativ a, sobre todo a
partir de las prerrogativas que la Constitución otorga al Poder Eje-
cutivo en el establecimiento de la agenda legislativa y del poder que
la reglamentación parlamentaria otorga a los líderes de partido en
el control del proceso legislativo. Este es el punto central en la ar-
gumentación que delinean Gary Cox y Matthew McCubbins (2005)4
en la discusión de los modelos del establecimiento de la agenda le-
gislativa. Para estos autores, la habil idad para controlar la agenda
legislativa es la clave de la eficacia legislativa de un gobierno res-
ponsable. Investigaciones igualmente recientes (Cheibub, Pzewors-
ki, Saie gh, 2002)5 demue stran que el presidencialismo no mina la
unidad partidista.
Estudiosos del Poder Legislativo en México (Béjar, 2004a: 195-
227; 20 04b: 62-63) han subrayado la pertinencia del estudio de la
disciplina partid ista en la producción legislativa, que en el debate
de asuntos sustantivos, la falta de cohesión partidi sta, como en el
caso de l Partido Rev olucionario Institucio nal (Espinoza, 2004: 69-
2G. Cox y M. McCubbins, 1997, “Toward a Theory of Legislative Rules Changes: Asses-
ing Schickler and Rich´s Evidence”, American Journal of Political Science, vol. 41, núm.
4: 1376-1386.
3Figueredo y Limongi, 2000, “Presidencial Power, Legislative Organization and Party
Behavior in Brazil”, Comparative Politics, 32 (151-170).
4Gary Cox, Matthew McCubbins, 2005, Setting the Agenda. Responsible Party gov-
ernment in the U.S. House of Representatives, Cambridge, Cambridge University Press.
5Cheibub, P zeworski, Saiegh, 2007, Gov ernment coalitions and Legis lative Succes
under Presidentialism and Parlaimentarism”.
Votos y preferencias en un gobierno dividido 301
88), que resulta de las pugnas entre los liderazgos, también tiene su
expresión en la agenda legislativa en asuntos ideológicamente con-
flictivos. El panorama que se delinea es un modelo de partido cen-
tralizado que se escinde y busca recomponerse (Mirón, 2004: 123-
154) y de p artidos que se reconfig uran como consecue ncia de
coaliciones de nuevos liderazgos (Reveles, 2004:17-48) y de tensio-
nes internas en el contexto de los retos externos (Becerra Chávez,
2004: 155-177). En el contexto de la transición democrática, nos in-
terrogamos, ¿cuál es el comportamiento de los legisl adores de los
partidos en la producción legislativa, dadas las cir cunstancias sui
géneris de cada uno de los partidos?
Las in terrogantes que nos plantea mos para el caso de la LIX
Legislatura (2003-2006) en México, en un gobierno dividido, son las
siguientes: las inici ativas aprobadas en la Cámara de Diputados,
¿son el resultado de la movilización de los miembros de los parti-
dos?, ¿s e encuentran lo s resultados d e las votacione s en el Pleno
alejados del votante mediano?, ¿podemos ver a la mayoría partidis-
ta como el conjunto de legisladores que tiene efectos en el resultado
total de la producción legislativa en virtud de que obstruye iniciati-
vas y promueve otras? Si se percibe lo primero, entonces, el proce-
so legislativo se inscribiría en la perspectiva tradicional que subra-
ya la imp ortancia de la disci plina d e parti do. Si esto es as í, se
estaría subrayando entonces la puesta en práctica de nuevas políti-
cas que responden a la plataform a de partido mayoritario y a las
promesas de campaña; si fuera así, se estaría reforzando la repre-
sentación-mandato. Por el contrario, si el comportamiento legislati-
vo, observado en los votos visibles, evita movimi entos de políticas
existentes h acia la izquierda o la derecha, se sortean fisuras par-
tidistas en asuntos espinosos, a menos que la pugnas intrapartidis-
tas s ean de tal magnitu d que l os intereses o pre ferencias de los
liderazgos ocasione tales fracturas, com o fue el cas o de la inic ia-
tiva de aplicar impuestos a los alimentos y medicinas en el proyec-
to de ingresos para el año 2004.
Sin embargo, si bien recordamos, durante la campaña electoral
del 2003 para conformar la LIX Legislatura, los partidos Revolucio-
nario Institucional y de la Revolución Democrática elevaron la ban-

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