Votos diversos

AutorMarta Lamas

¡Bienvenida la oposición! Hacer oposición es imprescindible para la salud de la democracia. Sin un puñado de personas que se empeñen en criticar y señalar las fallas, errores y olvidos, la política perdería fuerza y quienes están en el poder no se esforzarían por rectificar las políticas equivocadas o por tomar en cuenta otras perspectivas. Sin embargo, no deja de parecer-me extraño votar por un candidato esperando convertirse en oposición.

En otros ambientes he escuchado a varias personas decir que, como no las convence ninguno de los candidatos presidenciales, piensan anular su voto: ir a la casilla y tachar toda la boleta para invalidarla. Como eso me parece una insensatez, les señalo que la elección no es un concurso de buenos antecedentes ni una competencia de talentos. El voto implica ejercer un derecho de ciudadanía, lo cual remite a construir democracia en un estado de derecho. Por eso me parece que no tiene sentido alguno abstenerse de votar. Me contestan que ir a la casilla no es abstenerse, sino mostrar su descontento con los cuatro candidatos presidenciales. Algunos incluso dicen: "Yo quería que Marcelo fuera el candidato de la izquierda". Les respondo: "Entonces voten para que sea secretario de Gobernación".

Votar por el gabinete de Andrés Manuel parece ser una forma de voto útil. "Es el único que pone las cartas sobre la mesa". "Así, ya sabemos a qué atenernos". "Quién mejor que De la Fuente para la SEP". "Estas elecciones representan una oportunidad que no hay que desaprovechar, pues aunque no sea el candidato presidencial deseado, es un gabinetazo que garantiza un cambio progresista".

Casi todas mis amistades están por el voto razonado, y en los casos en que ninguna opción los convence totalmente han decidido expresarse por la que se acerca más a su aspiración. O, como dicen algunos, por elegir "el menor de los males". La mayoría de mis estudiantes habla de una decisión de voto razonada, aunque me dicen que es una pena que los partidos se esfuercen más en dañar el capital simbólico y el prestigio de sus rivales que en hacer comprensibles sus propuestas o que en buscar soluciones compartidas.

Tienen razón. En sociedades democráticas políticamente eficientes gran parte de la energía política se canaliza hacia determinadas metas compartidas, que se definen mediante intensos y...

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