El voto de castigo

AutorAxel Didriksson

La indignación que se propaga en muchas ciudades del mundo tiene como causa el masivo malestar de los jóvenes respecto de la educación que reciben, de las altas e incrementadas cuotas que tienen que pagar por un derecho que debería estar garantizado por el Estado y de la precariedad de los empleos que consiguen, cuando los consiguen; y cuando no, el riesgo que tienen de un futuro de sobrevivencia. Esta condición de rechazo y abandono hacia los jóvenes tiene un tiempo acumulado y las perspectivas de las crisis financieras que están agudizándose no presentan, para ellos, un escenario nada promisorio.

En el país, como se ha dado en reconocer recientemente, junto a los más de 7 millones de jóvenes, sobre todo mujeres, fuera de la escuela (20% del total del grupo de edad de entre 12 y 29 años), hay otros tantos millones que se irán agregando año con año por efecto de la mala calidad y la baja cobertura educativa que se les ofrece, sobre todo en relación con sus condiciones socio-económicas, su lugar de origen y el de su familia. Así, mientras más se avanza en los grados de escolaridad, menores oportunidades se les presentan a los jóvenes y luego a los jóvenes adultos de continuar sus estudios, tan sólo por mantenerse con niveles de ingreso bajos. La educación siguen siendo un filtro que desecha a los más pobres y beneficia y brinda mayores oportunidades a los más ricos, aunque en general sea igual de mala en calidad para todos.

En las universidades públicas, la falta de un proyecto educativo se ha manifestado en su ubicación en la última fila de las prioridades gubernamentales y presupuestales. Los recursos del sistema se concentran de forma mayoritaria en la educación básica, terreno vedado de quienes lucran con la educación y se benefician políticamente del control del aparato de la SEP. Para 2012 esta política de contracción de recursos hacia las universidades se ha repetido, con todo y los fuertes reclamos que la ANUIES y varios rectores y directores han sostenido ante la insuficiencia de recursos que se otorgan, cuando las demandas por educación superior, como nunca antes, están elevándose. Y así será en los próximos años. Ninguna receptividad hacia estos reclamos.

Para la ciencia, menos. Se trata de un sector tan...

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