En el vórtice de la violencia

AutorLuciano Campos Garza

MONTERREY, NL- "Estamos todos acalambrados", dice un vecino que toma el fresco en la plaza principal de Cadereyta Jiménez, municipio nuevoleonés donde la madrugada del domingo 13 fueron abandonados los cuerpos de 49 personas.

Es mediodía y está rodeado de un grupo de señoras que descansan frente al Palacio Municipal, convertido en una fortaleza y resguardado por cinco policías encapuchados que empuñan armas largas, mientras otros uniformados vigilan los pasillos del interior. "Esto se puso feo desde hace unos cinco, seis años", lamenta el lugareño. Dice sentirse más tranquilo por el hecho de que en la esquina del ayuntamiento haya una granadera de la policía estatal Fuerza Civil acompañada por seis elementos armados con fusiles.

Con Benito Juárez y Apodaca, Cadereyta es uno de los municipios del nororiente de esta capital donde han ocurrido algunos de los hechos más violentos registrados en la República. Con todo, los lugareños no renuncian a sus rutinas.

En la base de taxis de la esquina de la presidencia de Cadereyta, un conductor suspira por el remanso de paz perdido. "Estamos tranquilos, entre comillas; no hay más que aguantar callado. Los malandros andan sueltos, nomás los que se creen muy machitos andan de noche en la calle. La gente ya se mete a las 10".

A la vista de todos, bajo el balcón donde el alcalde toca la campana los días de celebración, hay una gran manta de la Secretaría de la Defensa Nacional con la leyenda: "No te dejes intimidar. Denúncialos. septimo-se-guro7@hotmail.com Cel. 0448118108167".

La propietaria de una mercería cercana es lacónica cuando el reportero le pregunta cómo es la vida en territorio jimenense: "A mí no me haga esas preguntas", responde, al tiempo que cierra la puerta del local.

En esta ciudad se encuentra la sección 49 del sindicato petrolero, del cual desaparecieron hace un lustro 36 trabajadores, entre ellos el secretario de la sección, Hilario Vega Zamarripa, y su hermano David. Algunos dicen que fueron 40. Nadie sabe nada de ellos. Los reclamos se desvanecieron en el tiempo y en la inacción de las autoridades.

Por eso la población ve con entusiasmo la colocación de retenes en las entradas al municipio de la Policía Federal a partir del tiradero de cuerpos mutilados. En cada punto hay unos 20 hombres armados vestidos de azul que revisan a los conductores y por la noche detienen al que se topa con ellos.

Todas las corporaciones refuerzan Cadereyta: fuerza civil, agentes federales, tropas del...

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