La lucha no-violenta responde a las exigencias éticas

AutorJuan María Parent Jacquemin
Páginas18-26
OCTUBRE-DICIEMBRE 2009
18
A FONDO
LA LUCHA NO -VIOLENTA RESPONDE
A LAS EXIGENCIAS ÉTICAS
JUAN-MAA PARENT JACQUEMIN
Para quienes no se han acercado prác-
ticamente o sólo de manera intelectual
a la no-violencia, ésta se confunde ha-
bitualmente con la pasividad. Lo que es
totalmente equivocado ya que la pasivi-
dad y la cobardía se encuentran en un
mismo polo en el abanico de opciones
éticas. De ahí el título que anuncia la
no-violencia como acción. El punto de
partida es la observación de la maldad,
la injusticia, la marginación, la violencia
y la impotencia en la que nos arrastra-
mos. Fácil es decir que no podemos,
que el problema está en las estructu-
ras o que los seres humanos así son.
Se levanta entonces en este escenario
el planteamiento mil veces repetido a
través de los siglos y rara vez puesto en
práctica: “No respondan con violencia
al que hace el mal1. De ahí, en torno a
esta oración universal, podemos seguir
añadiendo más y más citaciones, de los
grandes pensadores de toda la historia,
específicamente aquellos que hablan
y se comprometen dentro de una re-
ligión. Todas ellas buscan la justicia, el
amor, la verdad de diferentes modos,
todas son, por consiguiente, un camino
hacia la respuesta que la pregunta implí-
cita nos interpelaba.
A partir del versículo mencionado, su-
brayado por Tolstoï, intentemos acer-
carnos a una definición de la no-violen-
cia.
La no-violencia no es pasividad. La no-
violencia arremete contra la injusticia y
llama las conciencias de los que hacen
el mal y de los que la sufren. Su acción
es bipolar: los malhechores y los sufri-
dos irresponsables. Los que aceptan el
statu quo,
los que aceptan la injusticia
en silencio, los que se dejan conducir al
matadero, los que se dejan explotar no
son no-violentos porque han excluido
de sus vidas la acción a favor de una fal-
sa paz hecha del abandono de la huma-
nidad. Quien se ha sensibilizado y se
ha fortalecido no se deja dominar por la
injusticia o la mentira.
La violencia que es el camino escogido
por algunos ante los problemas enun-
ciados (nótese que la no-violencia y la
violencia luchan por el mismo objetivo)
es un arma reaccionaria porque encar-
na lo tradicional: el odio, la división, la
injusticia, el homicidio. La violencia no
es revolucionaria. En algunos casos la
violencia es necesaria; desgraciada-
mente, los gobiernos que nacen de ella
en general son represores. En efecto,
durante las guerras se adquieren cos-
tumbres difíciles de eliminar luego. En
el uso de armas de fuego o atómicas
no se encuentra ningún progreso social,
menos humano.
Al profundizar en esta filosofía, nos to-
pamos con la revolución que nos llama
1 Mt. 5:39.

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