Violencia y deseo

AutorJavier Sicilia

Pese a la revelación del evangelio y su enseñanza del amor, de la renuncia y la pobreza, el deseo mimético sigue imperando como motor de una historia que ahonda la violencia. Hoy en día ese deseo ha tomado el rostro de la economía, del poder y del dinero.

En su ensayo Teoría de los sentimientos morales, Adam Smith, uno de los padres fundadores de esa economía moderna, señalaba que lo que el ser humano busca es poseer la mayor cantidad de felicidad y para ello necesita la simpatía, es decir, la aprobación de los demás. Esa simpatía nace, para Smith y todo el orden moderno, de la riqueza y su poder. En el fondo, para Smith, la riqueza, eso que viene después de lo verdaderamente necesario: la subsistencia, no tiene otro sentido que el de suscitar la aprobación de los otros.

Lo que sin embargo Smith encubre bajo la forma de esos bienes morales es, en realidad, un vicio: el egoísmo que no suscita simpatía, sino envidia. Felicidad significa, para Smith y la economía moderna que ha invadido todos los ámbitos de la vida social y política, poseer riquezas y poder y ser, no admirado, sino envidiado. Posesión, envidia y odio se convierten así en formas modernas de la felicidad y del bien, y en fuentes no del progreso y de la riqueza, como quería Smith, sino de la violencia atroz.

En México, políticos, criminales y empresarios presumen la riqueza que se manifiesta en poder, lujos, arbitrariedades y caprichos. Las presunciones cosméticas, de vestuario y de casas de Elba Esther y de los delirios alcohólicos de Andrés Granier, los alardes arbitrarios de Lady Pro/eco, de la hija de Romero Deschamps o de la de Peña Nieto, el exhibicionismo de los poderosos que revistas como Gente, Hola o Forbes promocionan, el lujo de las casas incautadas a los narcotraficantes, sus armas fabricadas con oro, los corridos compuestos en su honor, las corrupciones de los gobernantes, sus disputas por el poder y el control, esos universos que se presumen, se envidian, se odian y se desprecian, generan, en el fondo, diversas formas de violencia, desde el cuchicheo insidioso y el insulto, hasta las violencias más atroces que, en su afán por poseer poder y riquezas, realizan los criminales, pasando por la corrupción, la competencia desleal, el tráfico de influencias, el resentimiento y sus múltiples violencias.

Si la historia de las ideologías no ha sido más que la violencia dictada por el sentido de la historia contra los enemigos del bien, la historia de hoy es la de la...

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