Viento divino

Doña Flor, mi madre, nos contaba que al parecer a sus compañeros de escuela los mandaron a Perote, aunque en esa época no entendíamos muy bien de lo que nos hablaba, porque yo tenía alrededor de cinco o seis años.

Pero con las cartas encontradas en libros y los textiles que se mencionan ahí, me acordé de Doña Flor y de sus amigos.

Así, encontré varios textos, entre ellos el de Una presencia incómoda: la colonia japonesa de México, de Francis Peddie, que dice: "Finalmente, en el contexto más amplio, el estudio de las experiencias de los mexicano-japoneses nos ayuda a ver el cuadro grande de la histeria antijaponesa en América en la primera mitad del siglo veinte. Aunque el caso de México no es ni el más grande ni el más dramático, constituye una pieza en el rompecabezas de la experiencia nikkei* en este continente, una pieza casi escondida hasta ahora."

* Nombre con el que se designa a los emigrantes de origen japonés y a su descendencia.

Notas escritas por un soldado estudiante

Las anotaciones del diario no están fechadas, pero fueron escritas entre el 15 de octubre de 1937, cuando entró en el ejército, y el 28 de noviembre de 1938, cuando murió.

Mientras que el calor del verano todavía está en la calle, escuchamos "Banzai" (saludo) en la calle todos los días. "Usted debe estar ansioso por ir [a la guerra]": [decía] la gente. Permanezco en silencio, con una débil sonrisa. (Matsunaga y Matsunaga 1968, 52)

El sentimentalismo barato, el heroísmo impulsivo y el patriotismo ciego son tabúes para los soldados estudiantes. (52)

Un guerrero no puede dejar la manera del guerrero mientras que bebe una taza de té. Soldados estudiantes no pueden dejar las actividades intelectuales, incluso durante la lluvia de ametralladoras. (53)

Considero la religión sólo como una estrategia del gobierno. Aceptando la sinceridad de aquellos que contribuyeron a la faja de mil nudos, la quemé hasta hacerla cenizas antes de ir al frente. El único "amuleto" para el soldado estudiante es su alma, siempre aspirando a aprender. (53)

La "faja de mil nudos" (sen'ninbaríj a la que se refiere Matsunaga era una faja blanca en la que se cosían mil nudos rojos, cada uno atado por una mujer diferente. Frecuentemente, se les pedía a mujeres que pasaban por las esquinas, en la calle, que contribuyeran con nudos. Afirmando que la faja anudada protegería al soldado de las balas, el gobierno utilizó el proyecto para crear un vínculo entre las mujeres en el hogar y los soldados en el...

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