Vicencio evalúa la problemática informativa en el asunto del Palacio

AutorJudith Amador Tello

La directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Teresa Vicencio Álvarez, no cede. Viva aún la polémica sobre la rehabilitación del Palacio de Bellas Artes –que alcanzó sus puntos más candentes a principios de este año– defiende que los trabajos fueron pertinentes, necesarios y apegados a la normatividad; considera las críticas como resultado de un fenómeno mediático y no de estudios fundamentados; y se dice tranquila porque la UNESCO desestimó enviar una misión reactiva para analizar el caso.

Hija del político Abel Vicencio Tovar (1925-1994), quien presidió el Comité Ejecutivo Nacional del PAN de 1978 a 1984, la funcionaria se define sólo como “simpatizante” panista, pero no militante pues nunca ha estado en el comité ni ha ocupado ningún cargo de elección popular, y destaca sobre todo su trayectoria como “promotora cultural”.

Tras una espera de meses, Vicencio Álvarez acepta hablar con Proceso sobre el asunto del Palacio de Bellas Artes (PBA); de cómo llegó a la dirección general del instituto, luego de haber dirigido en dos periodos consecutivos el Centro Cultural Tijuana (Cecut); de su relación con el secretario de Educación Pública y, aunque jurídicamente el INBA no depende del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), dice aceptar la “rectoría” de este organismo en materia de política cultural.

Meses duró la polémica sobre la intervención en la sala principal del PBA, que para los críticos fue “remodelación” y ella le llama “remozamiento”, pues asegura no se modificaron los elementos arquitectónicos esenciales del recinto. La semana pasada, con base en un boletín donde el INBA informó que los expertos internacionales avalan la “rehabilitación integral” del Palacio, el expresidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, Alfonso Suárez del Real, dijo que de esa manera la directora del INBA “violentó el presupuesto de egresos de la Federación al remodelar en lugar de restaurar”, a lo que se había comprometido, y la acusó de “desviación de recursos públicos”.

Por su parte, la presidenta del Comité Nacional Mexicano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), Olga Orive Bellinger, que ha sostenido también que sí hubo una alteración, llevó el caso ante el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Se habló incluso de que el PBA podría perder la declaratoria de Patrimonio Mundial de la Humanidad, cuando en realidad esa distinción, otorgada en 1987, no es exclusiva del monumento, corresponde a todo el Centro Histórico de la Ciudad de México, aunque en la lista oficial del Patrimonio Mundial (http://portal.unesco.org) se destaca al PBA como uno de los “hermosos edificios” de la zona.

Orive aclaró en entrevista con este semanario (Proceso, 1785) que la pérdida de la declaratoria no existe como sanción de la UNESCO, que en todo caso –si lo considera necesario– envía una misión reactiva y emite sólo “recomendaciones”.

Al final todo parece haber quedado en una llamarada de petate y no habrá misión alguna.

Vicencio destaca incluso que la UNESCO ni siquiera consideró incluir el tema del PBA en la reunión del Centro del Patrimonio Mundial (CPM), realizada en París el mes pasado, pues dijeron que no había elementos para ello. Sin embargo, agrega, el propio INBA ofreció, “con ánimo de encontrar una pista de aterrizaje, muy, muy seria”, crear un comité internacional de especialistas tanto del CPM como del Icomos:

“Para que quienes están inquietos puedan quedar tranquilos y si alguien me dice que debo modificar algo y técnicamente está muy bien sustentado, pues yo tendría que asumir esa responsabilidad.”

–¿Realmente estaría dispuesta?

–Yo estaría dispuesta, y ahora digo por qué: porque estoy absolutamente segura de que van a ser detalles. Si el Centro del...

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