Del verbo emprender. Cuando una empresa familiar se vende

AutorSalo Grabinsky Steider
CargoColumnista de Excélsior, conferencista independiente y catedrático de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM
Páginas30-31

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Vamos a imaginar1 que el emprendedor y sus familiares toman una decisión: deben aprovechar que el negocio va bien y que han recibido buenas ofertas para comprarlo a precios excelentes. Incluso, podrían seguir dirigiendo su ex empresa como ejecutivos con todas las prestaciones que no pudieron (o no quisieron) darse. Además, si no hay sucesor que desee quedarse con el negocio, hay que lograr ahora el patrimonio líquido que tanto trabajo costó forjar.

En el panorama anterior, el emprendedor se encuentra ante una situación ideal. Va a ser un hombre rico y además tendrá un puesto en su negocio, del cual podrá seguir viviendo muchos años. Suena bien, ¿o no?

Pero esta situación idílica generalmente no prospera por varias razones:

1) El emprendedor, acostumbrado a tomar decisiones sin consultar, como buen dictador, se enfrenta entonces a que debe pedir permiso sobre asuntos clave (y algunos no tanto) a su nuevo patrón. Ésa es una píldora bastante difícil de tomar, ya que obedecer es algo duro para quien está acostumbrado a ordenar a los demás.

2) Lo prometido y la realidad son cosas diferentes, en general. Si no hace un buen contrato de compraventa legalizado, puede encontrarse con problemas de pago. Ya finiquitado el adeudo, el nuevo dueño puede ir, paulatinamente o de repente, cambiando las reglas de la empresa y, como bien lo sabe nuestro amigo emprendedor, no hay más que dos opciones: o lo acepta o se va.

3) Muchos contratos de compraventa contienen cláusulas para que el dueño anterior, especialmente si es un técnico, se quede por dos o tres años para entrenar a los sucesores, con el fin de que no se vaya y les haga la competencia. Al final de ese periodo, por más amigable que sea la relación, el ex dueño se queda con cierta incertidumbre, ya sin su empresa y, además, desempleado. Eso tampoco es fácil de aceptar.

¿Qué hacer?

Por todo lo anterior, si la decisión del núcleo familiar es la de vender el negocio, repartirse el patrimonio y, si así se los piden, continuar como gerentes o ejecutivos, hay que poner los pies en la tierra. Algunos de estos consejos pueden ser de utilidad:

  1. Olvídese de promesas de amor eterno por parte de los nuevos dueños. Mejor concéntrese en lo que le gusta de su trabajo, mientras éste dure. Y cobre bien por sus servicios.

  2. Ya no es usted el dueño. Espere recibir órdenes y acepte que otro(s) tendrán el control. Adáptese si puede y, si no, diga adiós a tiempo.

  3. Su...

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