¿De veras querrá ser recordado López Obrador como un buen presidente?

AutorÁngel M. Junquera Sepúlveda
CargoDirector
Páginas1-1
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El Mundo del Abogado
¿DE VERAS QUERRÁ SER RECORDADO LÓPEZ
OBRADOR COMO UN BUEN PRESIDENTE?
Cómo se recordará a Andrés
Manuel López Obrador dentro
de 10 ó 50 años en la historia
de México? El día que se dio a cono-
cer su triunfo electoral, declaró que
quería pasar a la historia como un
buen presidente. Su afirmación pa-
reció honesta. Así lo destacamos en
este espacio, expresando la confian-
za que esto daba a los mexicanos.
Como si el destino hubiera escu-
chado sus buenos propósitos y qui-
siera ofrecerle una oportunidad para
hacerlos realidad, México enfrenta
hoy una prueba de dimensiones
colosales. Más allá de lo que ocurra
con el coronavirus (los escenarios
son muchos y la visión catastrófica
de la OMS se contrapone a la de
algunos científicos más optimistas),
la recesión económica posterior será
inevitable. Con el petróleo y el peso
a la baja, y con un desempleo galo-
pante, no será para menos.
Del presidente no depende la
mutación de las cepas del virus,
por supuesto. Pero hay decisiones
que sí dependen de él. Impulsar el
Consejo de Salubridad General y
darle toda su autoridad, por ejem-
plo. Las disposiciones que adopta
cada entidad federativa, las contra-
dicciones entre un servidor público
y otro, la falta de una comunicación
clara, sólo denotan ausencia de
liderazgo…
También resulta apremiante la
recomposición de su gabinete. Luis
XIV de Francia insistía en que el me-
jor modo de conocer la excelencia
de un príncipe consistía en ver de
quiénes se rodeaba. En el caso del
presidente, muchas personas que
integran su gabinete han cumplido
su misión. Es hora de cerrar el ciclo.
Quien tiene que marcharse,
antes que nadie, es el secretario
de Salud. Si Jorge Alcocer ya había
enviado un mensaje desolador
cuando, ante la Cámara de Sena-
dores, admitió que no conocía las
cifras de los ahorros en el sector sa-
lud y suplicó que no se las pidieran
porque eso no era lo suyo, ha que-
dado claro que tampoco es lo suyo
cuidar la salud de los mexicanos. Se
ha mantenido al margen cuando
debiera estar en la primera línea. La
imagen de ineptitud que transmite
es dolorosa.
“Es que el presidente no da
libertad a su equipo”, dicen algunos:
“Legisladores, ministros y funciona-
rios le tienen pavor”. López Obrador
también tendrá que rectificar en
este aspecto si pretende pasar a la
historia como un buen mandatario.
Teodoro Roosevelt decía y repetía
que su trabajo como presidente
consistía en elegir a las personas
más competentes para desarrollar
un trabajo. Una vez hecha la elec-
ción, las dejaba actuar sin entrome-
terse.
Más allá del libro de texto gratui-
to, donde sólo hay buenos y malos,
la historia enseña que los grandes
líderes políticos lo fueron, en gran
medida, porque supieron rodearse
de hombres y mujeres competen-
tes... y les dejaron hacer. En política
sólo cuentan los resultados y no las
buenas intenciones.
Por otra parte, López Obrador
no puede estar condenando, un
día sí y otro también, a “los conser-
vadores”. Debe entender que es
presidente de todos los mexicanos.
Si necesita a un enemigo, ya tiene
dos: hoy, el coronavirus; mañana, la
recesión económica. Para distribuir
bien un pastel, hay que hornear
uno grande.
El presidente debe, por tanto,
mostrar la visión de un estadista y
convocar a un ejercicio de concilia-
ción nacional. No sólo con decla-
raciones grandilocuentes sino con
muestras de buena fe. Cancelar pro-
yectos como Constellation Brands
fue una pésima idea: envió un
mensaje de desconfianza atroz. Los
mexicanos estamos ávidos de un
líder que nos una y no de uno que
se la pase sembrando discordias.
Vamos a necesitar inversión del
interior y del exterior. Esto exigirá
un líder que transmita confianza y
no uno empeñado en realizar sus
sueños de adolescencia, como la
inviable refinería de Dos Bocas. La
Agencia Internacional de Energía
ha dicho que la gasolina habrá deja-
do de utilizarse en escasos 15 años...
La Historia, otra vez la Histo-
ria, demuestra que las crisis bien
aprovechadas devienen en ventajas
para individuos y naciones. No hay
grandes líderes sin crisis, decían los
antiguos romanos. En 10 ó 50 años,
podrá recordarse a Andrés Manuel
López Obrador como un político
fallido que, en su afán de restaurar
el estado de bienestar de los 70’s,
hizo más pobres a los pobres, o
como un estadista que, superando
sus miedos y enconos, supo guiar
a México hasta la cresta de las olas
que amenazaban ahogarnos. Si al
presidente de la República de veras
le interesa la historia, tendrá que dar
un golpe de timón.
Ángel M. Junquera Sepúlveda
Director

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