¿De veras la doctrina es fuente del Derecho?

AutorÁngel Gilberto Adame López
CargoLicenciado en Derecho por la UNAM y notario 233 del Distrito Federal
Páginas52-55

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Aunque la crítica, los comentarios y la toma de posición sobre los textos legales y los problemas jurídicos constituyen medios privilegiados para que nuestro marco jurídico se perfeccione, la ignorancia, la trivialización del análisis y la falta de referentes en el mundo de la academia han propiciado que la doctrina vaya siendo relegada de las fuentes del Derecho.

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Como consecuencia de los espacios pragmáticos que intervienen en la dialéctica inherente a nuestra disciplina, por no decir a la pereza para cuestionar, los estudiosos del Derecho somos proclives a sumergirnos en la inercia de la época en que vivimos, dando por sentadas transiciones historiográficas que quizás no son tan homogéneas o tan simples como pensamos, y caemos en el vicio de elevar simples construcciones humanas -con la fiabilidad y la mutabilidad que implican- a dogmas o verdades pétreas.

En ese tenor, no debemos olvidar que todos los sistemas y conceptos tienden a modificarse, rápida o paulatinamente, para recrearse a medida de las exigencias de su presente. Así, ningún concepto jurídico, inclusive los fundamentales, debería estar exento de una constante revisión y actualización, ya que si el Derecho no está acorde con su realidad, más que un motor para lograr los elevados fines que se propone, se convierte en un lastre para el avance social.

¿Qué académicos trascienden su salón de clase? ¿Quiénes son los juristas que marcan la agenda nacional? ¿Dónde está el debate y la reflexión jurídica?

A partir de estas premisas me propongo demostrar por qué la doctrina en México no forma parte del manantial que nutre a nuestro orden jurídico, entendido este concepto como las opiniones, los criterios y las teorías sobre materias concretas que emiten los especialistas, principalmente en la academia y en la investigación, las que al trascender pasan a formar parte del cuerpo de nuestra disciplina.

Las primeras preguntas que se hace quien estudia Derecho son qué es y cuáles son los elementos que lo integran. En respuesta a la segunda cuestión, se ha dicho que los componentes que dan vida y vigencia a lo que conocemos como ordenamiento jurídico, y que rigen en un lugar determinado, reciben el nombre de fuentes; éstas, en conjunto, han sido constante objeto de estudio a fin de esclarecer cuáles son sus características más importantes y de encontrar las similitudes en su fundamentación. Dichas fuentes se dividen clásicamente en formales, reales e históricas; a su vez, las primeras se dividen en directas e indirectas. Entre estas últimas se ha ubicado a la doctrina.

En este tema muchos autores cometen el error de asimilar las formas que lo crean con el Derecho en sí. De esta manera es posible...

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