Valentina Lisitsa con la OSM

AutorMauricio Rábago Palafox

La introducción, de lo más efectiva que se ha escuchado en la historia de la música, es tan electrizante que atrapa al público y no lo suelta ya más, curiosamente su tema musical vuelve a retomar el compositor para nada a lo largo de la obra. No exageraríamos al decir que se trata del concierto para piano más famoso de todos los tiempos. Para nada es una obra fácil, requiere de un pianista con fuerza y virtuosismo, además de "muchos dedos" (gran velocidad, sutileza y claridad), cualidades que a Valentina Lisitsa le sobran. Al contrario de lo que ocurre a veces, que la orquesta sobre pasa en volumen al solista, aquí nos encontramos ante una pianista que tuvo que bajarse un poco pues su volumen parecía excesivo ante la masa sonora de la OSM.

Esta obra de Tchaikovsky, como sucede a menudo con las composiciones revolucionarias y que se anticipan a su tiempo, no fue bien recibida en un principio; incluso Nikolái Rubinstein (1835 1881), gran pianista y amigo íntimo de Tchaikovsky, la consideró imposible de tocar, horrible y sin importancia. El autor, ofendido, retiró la dedicatoria a Rubinstein y realizó algunos pequeños cambios a la partitura, lo que la volvió aún más efectiva. El tiempo no le dio la razón a Rubinstein, quien finalmente se convirtió en uno de sus grandes intérpretes.

Esta obra es de las taquilleras, que si se programa en un concierto...

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