La UNAM y el saldo de 2016

AutorBlanca González Rosas

Cínica en algunos proyectos comerciales, decadente en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y vergonzosa en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la gestión y valoración de las artes visuales demanda un cambio que merecemos todos los consumidores-espectadores que, de manera obligatoria, financiamos gran parte del engaño.

Opacada mediáticamente por la muerte del secretario de Cultura, Rafael Tovar, la salida de Teresa Uriarte al frente de la Coordinación Cultural de la UNAM, en lo que concierne a las artes visuales, merece una severa evaluación. Encargada de la coordinación desde marzo de 2012 hasta el 18 de diciembre de 2016 -el jueves 8 el rector Enrique Graue nombró como su sustituto al escritor Jorge Volpi-, la especialista en arte prehispánico no logró imponer un proyecto universitario de carácter público para la promoción del arte contemporáneo. Complaciente ante la gestión de Graciela de la Torre al frente, tanto de la Dirección de Artes Visuales como del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), Uriarte apoyó no sólo el elitismo en éste, sino también sus vínculos con la empresa Televisa.

Cuestionable desde su diseño arquitectónico (obra del recién fallecido Teodoro González de León) por las obvias referencias visuales con el Museo de Arte Contemporáneo del Siglo XXI en Kanazawa, Japón (Proceso, 1677, 1678, 1679), el MUAC, además de ser el único museo en la Ciudad de México que, a pesar de ser financiado con dinero público, no ofrece un solo día de entrada gratuita y sólo abre cinco días a la semana, ha destacado negativamente por compartir su valor simbólico con la desprestigiada...

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