La transferencia irresponsable de armas

AutorOlga Pellicer

El fracaso de la reunión en Nueva York deja un mensaje muy claro. No hay condiciones para restringir, mediante un acuerdo de alcance universal, la venta indiscriminada de armas. La vía está libre para que prosiga la venta de las mismas y crezcan el armamentismo y la violencia a lo largo del mundo.

El tratado que se estaba negociando tenía objetivos muy acotados. No se trataba de restringir en lo general, ni de buscar el debilitamiento de la industria militar. Se trataba de establecer criterios para que los Estados miembros suspendan la transferencia de armas cuando éstas contribuyen a la violación de derechos humanos, alienten actos de genocidio o estén destinadas a satisfacer la demanda de grupos terroristas u organizaciones del crimen organizado. Esto último es particularmente sensible para México; de allí el papel tan destacado que tuvieron los diplomáticos mexicanos a lo largo de las negociaciones.

Hay muchos motivos de procedimiento y de fondo que contribuyen a explicar el fracaso de las negociaciones. Entre los primeros se encuentra el haber trabajado bajo la regla del consenso, lo cual concedía a cualquier país la posibilidad de ejercer un veto. La necesidad de buscar ese consenso obligó a ir haciendo concesiones que, en opinión de varios analistas, llevaron a un texto tan débil que casi era mejor no aprobarlo. Aún así, el veto se ejerció.

Otros motivos tuvieron que ver con los tiempos políticos. Las negociaciones coincidieron con la campaña electoral en Estados Unidos, lo cual limitó la disposición inicial del presidente Obama de enfrentar las reacciones de quienes se oponían fuertemente al tratado, tanto dentro de su propio partido como en el de los republicanos.

En realidad, las causas para rechazar la reglamentación del comercio de armas son muy profundas y se derivan de cuestiones económicas, políticas e ideológicas. No puede pasar inadvertido el gran peso de la industria militar cuyas transacciones involucran más de 60 mil millones de dólares al año. Dicha industria está asentada, principalmente, en Estados Unidos, Rusia, y, en menor grado, China, Alemania, Reino Unido y Francia.

A su vez, el gusto por la posesión de armas tiene justificaciones fuertemente enraizadas entre las élites y el imaginario popular de varios países. Es algo que se advierte muy claramente en Estados Unidos. Allí domina el rechazo a cualquier regulación a la venta o posesión de armas porque, según ellos, tal regulación pone en peligro libertades...

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