Entre la tragedia y la farsa

AutorMiguel Bonasso

El 2 de abril de 1982, comandos argentinos dieron inicio a la fase central de la "Operación Rosario": la recuperación militar de las Islas Malvinas ocupadas de manera violenta e ilegal por Gran Bretaña el 2 de enero de 1833. Tras un breve combate, tomaron la capital Port Stanley (que pasó a llamarse Puerto Argentino) y detuvieron al gobernador británico. Cuatro días más tarde los 10 mil efectivos que transportaba la flota enviada por el dictador Leopoldo Fortunato Gal-tieri completaban la Operación, desplegándose en todo el territorio insular. Hasta ese momento sólo debían lamentar una baja, el capitán de fragata Pedro Giachino.

El temulento dictador Galtieri, el mismo que cuatro años antes había enviado un comando a México para secuestrar montoneros en el exilio, era aplaudido en la Plaza de Mayo por una gigantesca multitud, que observaba de lejos la guerra como un partido del Mundial.

Las encuestas registraban un 90% de aprobación. Sólo las Madres de Plaza de Mayo y algunos corajudos defensores de los derechos humanos salieron a decir: "Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también".

Los militares, que estaban incubando una nueva tragedia, habían cometido un error de cálculo fenomenal al ignorar la capacidad de respuesta del gobierno que encabezaba Margaret Thatcher, aliada estrecha del dictador chileno Augusto Pinochet. Enfrentada a serios problemas políticos internos, la "Dama de Hierro" que el cine muestra en estos días en versión edulcorada encontró en Malvinas la llave maestra para conservar el poder. De inmediato ordenó el envío de una poderosa fuerza de tareas que en seis semanas llegó a las islas y, tras 74 días de guerra, logró la rendición de otro genocida, que conservaba intacta la raya del pantalón por su lejanía de los combates, el general Mario Benjamín Menéndez.

Washington, que simuló neutralidad y envió a su secretario de Estado Alexander Haig como presunto "mediador", habíajugado debajo de la mesa en favor de su mayor aliado en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Otro error perpetrado por Galtieri al calor de una sobredosis de Johnnie Walker: pensar que el gobierno de Ronald Reagan lo favorecería por el apoyo de los represores argentinos a las actividades terroristas de los contras nicaragüenses.

Pinochet, por su parte, también ayudó a la Thatcher suministrándole apoyos logísticos y de inteligencia. Más tarde, cuando se comprobaron los nexos del hijo de Thatcher con traficantes de armas...

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