La tragedia contemporánea del oráculo: las encuestas

AutorRicardo Raphael

Morena decidió hace tiempo resolver la nominación de sus candidaturas a partir de encuestas. Vale recordar que ninguno de los otros métodos previstos por este partido para el mismo propósito es viable. Esta fuerza política tiene un padrón deficiente y el modelo de asamblea ha sido un desastre todas las veces. Como ejemplo está el proceso aquel, en 2019, para sustituir a Yeidckol Polevnsky como presidenta de ese instituto político, donde hasta sillas se aventaron.

Copistas sin reflexión, los partidos de la oposición están también contemplando usar la encuesta como método para conseguir una candidatura de unidad que represente militancias y simpatías tan divergentes como las que gravitan dentro de Acción Nacional, el Revolucionario Institucional y el Partido de la Revolución Democrática.

¿Qué otro método, si no fueran las encuestas, podrían emplear estos tres partidos cuyos padrones también son un desastre y cuyas estructuras no son confiables, al menos, cuando se miran desde el balcón de enfrente?

Así es como se llega a la conclusión de que el oráculo encuestador es el único para resolver, por ahora, ese momento clave en cualquier democracia que es la legitimación de las opciones a los cargos de elección popular. Las encuestas hoy en día no son el mejor método, como se dice de la democracia, sino el menos malo.

Tal cosa no quiere decir que la tragedia esté salvada. La palabra "encuesta" esconde en la realidad muchas incógnitas que merecen ser despejadas. Ahí está el Estado de México cuyos comicios recientes probaron el grado superlativo de incertidumbre que pueden arrojar las casas encuestadoras.

Como botón están los resultados que Mario Delgado, líder nacional de Morena, cantó el domingo de los comicios. Ahí dijo que, a partir de los sondeos realizados fuera de la casilla, dos encuestadoras serias -Parametría y El Financiero- habían pronosticado un triunfo de la morenista Delfina Gómez por más de 17 puntos.

Al día siguiente que escampó la euforia resultó que la verdadera diferencia entre ambas opciones fue de 8.4 puntos. ¿Cómo explicar un error de esa magnitud? En contraste, otras casas como Buendía Laredo, De las Heras o Mitofs-ky entregaron a sus clientes resultados muy parecidos a los que revelaría del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP). Es decir que tuvieron diferenciales razonables de entre dos y tres puntos con respecto al resultado final.

Una primera lección para conjurar la tragedia sería evitar la contratación...

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