A+trabajo, - vida sexual

AutorVivianne Hiriart

¿Está pensando en comprometerse con una actividad más? Por el bien de su vida sexual piénselo dos veces.

Por muchas razones, la actividad sexual satisfactoria reduce el estrés y ayuda a mantener una buena salud física y mental. De entrada porque con las relaciones sexuales se producen hormonas ligadas al placer que nos ayudan a relajarnos, sentirnos bien y más cercanos a la pareja, aunado a los efectos benéficos del contacto piel con piel. Pero no sólo eso, es una actividad física que ayuda a liberar las tensiones, además de oxigenar la sangre y estimular la circulación, hacernos ejercitar un sinnúmero de músculos, provocar la producción de hormonas y hasta hacernos quemar calorías.

Pero lo curioso de todo esto es que, si bien las propiedades relajantes de la actividad sexual están ampliamente reconocidas, pocas veces tomamos en cuenta que el exceso de estrés puede tener efectos contraproducentes en el deseo sexual, mismos que además pueden ir en constante aumento haciendo que caigamos en una especie de círculo vicioso.

A más estrés menos actividad sexual. Esto, porque tenemos la mente demasiado ocupada en otras cosas, estamos demasiado cansados al final del día como para involucrarnos en las artes amatorias o simplemente porque carecemos totalmente de deseo. Y si carecemos de él, en parte se puede deber a esa dificultad para relajarnos. Dicen los expertos que la actividad física y el deseo sexual están regulados por áreas distintas del sistema nervioso, y para que la respuesta sexual entre en acción hay que permitir que el sistema simpático (que tiene que ver con la actividad física) se relaje para que el parasimpático deje que el deseo aflore y, con él, el resto de las reacciones que hacen posible una relación sexual placentera. Por eso, si uno sigue acelerado las cosas no funcionan igual.

Pero la relación estrés-sexo es de ida y vuelta. Es decir, a más estrés menos sexo, pero también, a menos sexo más estrés y, curiosamente, dice un grupo de investigadores alemanes que cuando nuestra vida sexual es pobre tendemos a tomar cada vez más compromisos laborales que a su vez nos dejan menos tiempo para compartir con la pareja. Así, reducimos aún más las posibilidades de tener encuentros sexuales, nos estresamos cada vez más y nos hacemos más adictos al trabajo con las tensiones que eso conlleva. ¡Dios! En algún momento hay que poner un alto si uno no quiere verse totalmente llevado por el remolino de las múltiples ocupaciones y ver desaparecer...

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