El trabajador y el futuro

AutorJorge Eugenio Martínez Vargas
CargoSocio Director de Martínez Vargas y Asociados, S.C.
Páginas54-56

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Los trabajadores de cualquier parte del mundo, cada vez son menos, lo cual es originado por los cambios administrativos para obtener mayores utilidades y, sobre todo, reducir los altos costos que una relación laboral implica; sin embargo, perdemos de vista algo muy importante: el hecho de que al haber cada vez menos trabajadores, habrá menos consumidores, pues éstos por necesidades primarias, se reducen a satisfactores indispensables para sobrevivir y no para poder competir con las modas sociales o familiares en la adquisición de bienes de todo tipo. Tenemos derecho a hacer con nuestro patrimonio lo que nos venga en gana, pero, inconcientemente estamos gestando un rencor social en aquéllos que son productos de no haber dedicado su vida al trabajo y al ahorro o que sólo desean lo que nunca habían pensado tener.

La regla de oro para buscar equilibrar las percepciones entre los trabajadores y empleados con la empresa, es el logro de objetivos, la administración de recursos humanos que permita el compromiso y el cumplimiento recíproco de corto, mediano y largo alcance; para ello, ambas partes deben ver el beneficio de sus aportaciones físicas e intelectuales, cristalizando en la bolsa y en la mente el satisfactor de haber cumplido, que habrá un reconocimiento primordialmente interno, personal e íntimo y familiar y después será el externo, el social, el económico y el laboral. Sin mezquindad, distribuir no sólo los compromisos adquiridos con los trabajadores, sino fomentar el crecimiento de la fuente de trabajo.

Es un gusto que los trabajadores por convicción y no por imposición, consuman lo que sus patrones, a través de sus empresas, brindan. No importa que sea o no con un precio preferente, pues sólo basta la conciencia de que con el uso o consumo de esos bienes y servicios, se está fortaleciendo la fuente de trabajo.

Un trabajador frustrado, no es solamente el obrero o el campesino mal pagado o inconforme por no progresar en ni con su trabajo. También está el oficinista de cualquier nivel —tampoco importa si es trabajador de la iniciativa privada o del gobierno—, se trata de seres humanos que tienen las mismas necesidades pero con distintas formas de satisfacerlas.

A aquel trabajador que en forma paralela pone un negocio con la esperanza de un éxito inmediato y que se desespera cuando las cosas tardan o no son lo que esperaba, debe fomentársele su verdadera vocación, la cual puede ser de emprendedor, debido a que podría faltarle asesoría, orientación o, en su caso...

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