En torno a "Escrituras" de Frida Kahlo

AutorTeresa Del Conde

Es de muy buena cepa longeva. Su hermana médico ya cumplió 92, maneja, tiene su consultorio y sigue atendiendo pacientes. Yo llevaba un discurso escrito a la Sala Ponce, pero dudé en pronunciarme acerca de un tema princeps que conozco bien y que me ha alimentado, aunque no lo he comentado extensamente: me refiero a Frida Kahlo a través de las Escrituras, con edición, proemio y notas de Raquel Tibol, publicadas en tercera edición por Lumen (2007), con la adherencia del prólogo que ella le solicitó a Antonio Alatorre. El escritor al principio dudó en aceptar escribirlo, aunque fue persuadido debido a los irrebatibles argumentos de Raquel, y así terminó por considerar que el lenguaje de Frida Kahlo era meritorio, "relajien-to" y muy digno de ser prologado, "porque decir Frida Kahlo es muy buena pintora, conténtense con eso, implica una buena dosis de prejuicio".

En lo que ni Alatorre ni la propia Raquel en su excelente proemio abundaron fue en pormenores que otro tipo de personas, también obsesionadas con Kahlo, podrían cuestionar y acaso hasta abominar. De hecho, las escrituras por sí mismas darían lugar a una nueva visión sobre ella, algo distinta a la que han proporcionado sus principales bió-grafas: Hayden Herrera y Martha Zamora. Alguien lo hará algún día, espero. Por ahora y en honor de Raquel, aunque acaso no le guste, me permito aseverar lo siguiente: El verdadero amor romántico y apasionado de Frida hacia una persona del sexo opuesto no tuvo como destinatario a Diego Rivera, sino a Alejandro Gómez Arias.

Eso es lo básico que arrojan las escrituras que van desarrollándose cronológicamente y el lector a la vez puede irlas cotejando con los datos biográficos de Frida e inclusive con el famoso retrato que ella le dedicó a Gómez Arias. Haciendo alarde de practicidad, no se lo entregó tal y como le había prometido. Esperó hasta decidir sin vuelta atrás y con anuencia paterna su matrimonio con Diego Rivera

A la vez Frida, a quien admiró y veneró sobre todos los otros seres y a quien le guardó estricta fidelidad de acuerdo a sus propios parámetros, fue a Diego Rivera. "Respiraban acompasados", según expresión de Tibol, eso está fuera de duda, pero desde el ángulo amoroso o erótico exactamente los mismos epítetos que le dedicó a Diego se los aplicó a otras personas, v. gr. a Nacho Aguirre (quien antes que con ella, tuvo romance con Tina Modotti. Aguirre felizmente pudo zafarse del affaire con Frida a los pocos meses de iniciado el romance), o...

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