"Un toque de pecado"

AutorJavier Betancourt

A diferencia de directores de la generación anterior como Zhang Zhimou o Chen Kaige que han diluido su postura crítica, Jia Zhangke, el director más destacado de la llamada Sexta Generación -corriente que gracias a la revolución digital se arriesgó a mostrar la realidad urbana en China de las dos últimas décadas-, ha sabido resistir a la cultura del poder, y ha radicalizado su postura. Si en su trabajo anterior pesaba el manejo distanciado de su técnica documental y la oscuridad de sus elipsis, ahora acusa de manera explícita, como si no pudiera contener más la ira. La sangre salpica la pantalla.

Las cuatro historias, entrelazadas por la movilidad de los protagonistas por cuatro provincias de territorio chino, están inspiradas en notas rojas de casos muy sonados que el público chino identifica fácilmente. Un minero (Jian Wu) pide cuentas al enriquecido cacique del pueblo y a sus cómplices; la empleada de un salón de masaje se defiende del abuso de uno de los clientes; un hombre viaja para cometer atracos; un joven de 21 años se ve triturado por las nuevas reglas que aplican los dueños de fábricas. Cada uno padece humillación y maltrato, ninguno sabe cómo reaccionar ante el despotismo y la idolatría de la riqueza; cada uno lleva una bomba de tiempo en la cabeza.

Como en los westerns clásicos, la soledad de estos desesperados contrasta con la vastedad del paisaje; pero aquí el horizonte de la impotencia está dibujado por zonas urbanas inhóspitas, colosales desarrollos de construcciones, paisajes a medio camino entre pueblos que se desbaratan y zonas de modernidad...

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