El "topo" que triunfó como arquero

AutorRaúl Ochoa

Dos episodios marcan la vida de José Antonio Báez Téllez, quien ganó la primera medalla de oro en tiro con arco en la historia de los Juegos Para-panamericanos: En septiembre de 1985 formó parte del grupo Topos, los que rescataron a víctimas del terremoto de la Ciudad de México, y a finales de ese año sufrió un accidente que lo dejó postrado en una silla de ruedas.

Tras el sismo Toño Báez formó el Grupo de Acción Juvenil Balbuena. El entonces joven estudiante de la Escuela Superior de Educación Física, trabajador del ISSSTE y aficionado al patinaje, al futbol americano y al alpinismo e instructor deportivo del Grupo Alfa de la PGR, perdió la cuenta de sus acciones humanitarias.

"Nos introducíamos como auténticos topos entre las losas destruidas. Todo era hermandad y el pueblo hizo la diferencia. Las autoridades no estaban preparadas, como tampoco lo están ahora. Vi sacar el primer cadáver y fue impactante, me senté en la banqueta y me quedé paralizado. Durante toda una semana cumplimos con la tarea hasta que ya no se podía respirar ese aire y fue imposible rescatar más cadáveres. Entonces fue el turno para las máquinas de demolición", refiere Báez.

Tres meses después el rescatado fue otro... el propio José Antonio. El joven de 24 años cayó a un precipicio de 50 metros desde un campamento en vísperas de realizar uno más de sus acostumbrados ascensos semanales al Iztaccíhuatl.

A punto de saltar al profesionalismo con el equipo de Roberto Morales, primer montañista mexicano que encabezó una expedición al Himalaya, José Antonio llegó con el grupo de alpinistas el 7 de diciembre a un pasadizo rocoso llamado Las Cuevas. José Antonio nunca supo lo que pasó: "Tal vez fue un resbalón".

Sufrió dos hematomas cerebrales, dos paros cardiacos y para rematar cayó en estado de coma nueve días. La operación de laminectomía fue inevitable para reaco-modar las vértebras y literalmente sostenerlas con barras atornilladas. "Así es como traigo la espalda".

La depresión

Llegó así la otra realidad: "Cuando una persona se accidenta o cae en una condición de discapacidad se desarma todo; se pierden el esquema corporal y la disciplina. Vuelves a ser un niño: te tienen que bañar con la esponja y vas al WC en compañía de alguien, entre otras limitantes. Debes aprender todo eso de nuevo, pero bajo otra condición. Es un shock tremendo, inimaginable.

"Mi madre, María Nieves Téllez Guerra, quien en el segundo apellido lleva lo grande, volvió a criarme a los 24 años. Mis...

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