Los jueces deben tomar decisiones racionales, juridicas y justas: Mariano Azuela Güitrón
Autor | Mgdo. Juan Lara Domínguez |
Cargo | Presidente de la Cuarta Sala Civil del TSJDF |
Páginas | 28-32 |
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El Ministro Azuela inició su carrera judicial en 1960 como Secretario de Estudio y Cuenta de la Corte del inolvidable Ministro Felipe Tena Ramírez; fue también magistrado y Presidente del Tribunal Fiscal de la Federación. Durante el período de 2003 a 2007 fue Presidente de la SCJN y del Consejo de la Judicatura Federal, distinguiéndose por sus vigorosas acciones en favor de la autonomía e independencia del Poder Judicial y el inicio de una etapa de transparencia, reflejada con la creación del Canal Judicial y la transmisión en vivo de los Sesiones del Pleno.
Como modesto, pero significativo homenaje a la brillante trayectoria de Don Mariano Azuela, ejemplo vivo para muchos juzgadores mexicanos –incluido el suscrito-, me permito presentar para los lectores de Foro Jurídico, su pensamiento sobre la autonomía y la dignidad que deben siempre caracterizar a los jueces, plasmado en una documento de su autoría que gentilmente me obsequió y que título “Reflexión Personal”. Reproduzco a continuación el texto:
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La función jurisdiccional, en todo contexto social y por muchos años, seguirá siendo una actividad humana a cargo de jueces, magistrados o ministros, quienes a través de sus actos, ya individuales o colegiados, se pronuncian sobre un punto concreto del derecho o resuelven un conflicto de intereses.
Por ello, el juzgador, como persona, respecto de un punto concreto de Derecho debe tomar decisiones racionales, jurídicas y justas. Para ello, requiere contar con ciertas cualidades directivas, tales como debe tomar requiere contar con ciertas cualidades, directivas, tales como la objetividad para analizar el problema como ha sido planteado; la humildad frente a las propias capacidades; magnanimidad y audacia para resolver el asunto planteado con apego a Derecho, en donde la directriz sea siempre la justicia; así como una voluntad farrea para ejecutar lo decidido; ser constante; confiar en si mismo y en los demás; leal para cumplir con sus deberes; y fuerte ante las adversidades de la vida jurisdiccional.
La justicia requiere de jueces que juzguen lo que es juzgable y decidan con prudencia sobre lo pedido. Los ciudadanos quieren que cuando se denuncie un delito, se castigue al culpable; cuando pidan reparar una injusticia, se repare; y que, frente a los actos arbitrarios, haya un tribunal que los defienda.
Solo así, una sociedad como la nuestra, cuyo fin es la justicia, podrá recobrar el deber ético del Estado, a fin de que éste se encuentre siempre al servicio del hombre y no el hombre al servicio del Estado. Sólo así, el Poder Judicial podrá asegurar la confianza de quienes son fundamento y razón de ser de nuestra sociedad.
En la función jurisdiccional, a partir de la fecha en que una persona inicia sus funciones como Juez de Distrito, Magistrado de Circuito o Ministro de la Suprema Corte de Justicia, así como de Consejero de la Judicatura Federal, vive una experiencia común: muchas de las personas que los visitan, lo hacen para solicitarles algún tipo de intervención en asuntos que se tramitan ante los tribunales y en la propia Suprema Corte.
Si se reflexiona con serenidad, se tendrá que concluir que cuando los asuntos en cuestión no son de la competencia del servidor público, necesariamente debe negarse a acceder a esas peticiones.
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La experiencia jurisdiccional revela que los asuntos que se someten a los juzgadores, casi siempre entrañan cuestiones debatibles, en las que resulta muy difícil determinar a quién le asiste la razón, porque cada una de las partes considera que “la justicia está de su lado”. Una intervención extraña al expediente puede operar involuntariamente e inclinar la balanza en determinado sentido, sobre todo si proviene de funcionarios que tienen injerencia en...
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