Toledo gana en el Fortín y grita contra la violencia

AutorNiza Rivera

Un día después de ganarle la batalla al gobierno oa-xaqueño, que finalmente optó por anunciar una reubicación del Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca (CCCO), el artista Francisco Toledo inauguró este jueves 22 su obra plástica Duelo en el Museo de Arte Moderno (MAM).

Se trata de una reflexión crítica a través de piezas inspiradas en desapariciones y asesinatos sin respuesta que van desde los años setenta en su natal Juchi-tán, hasta llegar a Tlataya y los 43 desaparecidos de Ayotzinapa.

La exposición, curada por la ceramista de origen danés Trini Ellitsgaard (esposa del artista), consta de 95 piezas de barro que se mantendrán ahí hasta el 28 de febrero del próximo año.

Toledo regresó al MAM luego de 35 años; entonces expuso Francisco Toledo. Re-trospectiua 1963-1979, sólo que a, diferencia de la primera ocasión, la actual es, por mucho, una muestra acida perturbadora, desquiciante.

Se inicia a oscuras y da pie a un recorrido laberíntico que reñeja el estado actual del país en medio de la violencia, donde al caminar el público se va topando con vasijas de todas formas y tamaños cuyos contenidos o adornos son la crítica al Estado: desde manos que las arañan, figuras humanoides deformadas, contenedores con decenas de orejas en su interior, zapatos sin dueños, cajas mortuorias con mecates y algunas figuras más explícitas que parecen suplicar ayuda mientras son torturadas.

Otras hacen referencia a algunos animales e incluyen caracoles, patas de pollo, cabezas de perros.

El tono rojo en contraste con el café del barro domina toda la obra, ante lo cual Sylvia Navarrete, directora del MAM, explicó en el recorrido que, a su juicio, ese color representa el horror del crimen, el dolor de las víctimas, pero también el milagro que llevaría a la sanación.

"Además de talento, Toledo tiene una facultad alucinante que le permite ver más allá. Su arte oscila entre sueños, pesadillas, lo onírico y lo trágico", dijo.

Y al final de la muestra, a un costado de una cortina de lenguas de sapos escarlatas en la pared, una luz indica la salida. El conjunto de la obra es el resultado de una indignación de gran parte del país inspirada -en palabras del artista- ante asesinatos sin respuesta desde la década de los setenta en Juchitán, pasando por los levantones en Oaxaca durante el gobierno de Ulises Ruiz, historias de desaparecidos que se han olvidado, hasta la matanza de civiles en Tlatlaya, y los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Las 95 obras fueron creadas en...

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