Todos somos Nestora

AutorJohn M. Ackerman

Quien tendría que estar en la cárcel no es Nestora, sino Meade. Los verdaderos cómplices del crimen organizado no son los policías comunitarios, quienes, amparados por la Ley 701 del estado de Guerrero, defienden la paz y la tranquilidad social, sino los altos funcionarios públicos que encubren a los gobernadores corruptos y promueven la utilización del presupuesto federal para financiar campañas electorales.

Meade es la cara viviente del privilegio, la impunidad y el abuso de poder. El candidato de Enrique Peña Nieto nació en el seno de una familia de élite cuya fortuna proviene de sus amplios vínculos con destacados políticos tanto del PRI como del PAN. Estas redes de poder le permitieron a Meade ingresar y sufragar sus colegiaturas astronómicas en escuelas como el ITAM y Yale. Y fue gracias a estos mismos contactos, y no por algún mérito propio o capacidad académica especial, que el ahora candidato del PRI a la Presidencia de la República logró ir escalando de puesto en puesto dentro de la administración pública federal.

No es la lucha sino el champán lo que define el actuar del exsecretario de Hacienda tanto de Felipe Calderón como de Peña Nieto. No es la valentía sino la comodidad lo que caracteriza la vida y la perspectiva política del gran encubridor de los saqueos de las últimas dos décadas (véase mi análisis reciente en estas mismas páginas sobre Meade: el chapulín encubridor, https://bit. ly/2q6vW9Q).

En contraste, Salgado es un ejemplo a seguir. Su único pecado fue indignarse frente a la brutal violencia y criminalidad que todos los días carcomen el tejido social, las instituciones públicas y la economía popular en la hermosa región de La Montaña de Guerrero.

Después de una ardua lucha personal como migrante en los Estados Unidos, Nestora ya había logrado el "sueño americano". Había adquirido la nacionalidad estadunidense y vivía en Seattle en la bella Costa del Pacífico del estado de Washington. Sin embargo, en lugar de descansar, olvidarse de su pasado y enfocarse en su bienestar propio, Nestora decidió regresar a casa para sumarse a la lucha colectiva por la justicia en su pueblo natal.

El fondo del problema de la violencia en Olinalá, y en todo Guerrero, es que el crimen no solamente es encubierto y tolerado por el gobierno, sino muchas veces directamente "organizado" por los políticos del PRI y el PRD.

Nestora relata, por ejemplo, que las agresiones en su contra empezaron cuando la Policía Comunitaria a su cargo decidió...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR