"Toda muerte es odiosa"

AutorRafael Vargas

Desde muy joven tuvo el pelo blanco, de manera que no parecía envejecer nunca. Desde muy joven impresionaban su información y su inteligencia, parecía haber sido un maestro desde siempre. Se le veía siempre lleno de entusiasmo, siempre dispuesto a la conversación, siempre gentil, sonriente siempre, cálido.

Hace tres meses cumplió 69 años de edad. Aunque desde hace algún tiempo un mal de orden neurológico había empezado a mermarlo, le había dado batalla con enorme gallardía. Se apoyaba en un bastón, pero se le veía erguido.

Sin embargo, hace tres años, en el homenaje que se le rindió a Carlos Monsiváis al día siguiente de su muerte en el Palacio de Bellas Artes, me dijo:

-Estoy jodido. Me cuesta cada vez más trabajo moverme.

Para un buen número de escritores de mi generación -nacidos 10, 12 años más tarde que él- José María fue un maestro y una suerte de hermano mayor. A través de las páginas de La Cultura en México, suplemento del semanario Siempre!, Chema, como se le llamaba comúnmente, orientaba lecturas, y nos daba a conocer sus versiones de poemas, ensayos, cuentos y obras de teatro de una muy larga nómina de autores de lengua alemana (de Karl Kraus a Paul Celan a Peter Handke) y con el solo ejemplo de su labor daba una notable cátedra de traducción literaria.

¿Cuántas lecturas de autores germánicos le debemos a José María Pérez Gay?

Una semana presentaba fragmentos de los diarios de Thomas Mann, y 15 días más tarde ejemplos de la correspondencia entre Hannah Arendt y Hans Magnus Enzensberger. Fue hacia 1974 que presentó en La Cultura en México, en dos partes, la extensa y brillante conversación entre Theodor W. Adorno y Elias Canetti, y así nos hizo conocer a...

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