Tiempo y destino: la fragilidad del bien en los olvidados

AutorCynthia Pech
CargoProfesora-investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México
Páginas107-127

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Para Julia Tuñón

El interés de este trabajo es reflexionar, en primer lugar, sobre el destino como tiempo y, en segundo lugar, cómo esta reflexión me ha permitido indagar sobre la idea de progreso, que burlada por Buñuel en su película Los olvidados, contrarresta el discurso político manejado por Miguel Alemán durante su gestión de gobierno.

En este trabajo no pretendo ejercer el análisis cinematográfico de Los olvidados, sino ocuparme de esta película en función de que en ella puedo anclar mi reflexión en virtud de que se me presenta como el ejemplo esclarecedor para abordar el tema que me interesa: la fragilidadPage 108del bien; así como que la película se me revela como un caso atípico del género melodramático,1 al cual la inscribo a pesar de su aparente exclusión del mismo. En este sentido, me interesa rescatar el tema del destino, entendido como fatalidad y como progreso ascendente que, muchas de las veces, no consigue cambiar de rumbo dentro de las películas que conforman el género melodramático. Por ello me interesa reflexionar, a partir del breve análisis de algunos personajes de la película, sobre dos de las ideas que la palabra destino me sugiere, tanto en el discurso alemanista como en la película de Buñuel.

Del tiempo circular, del tiempo lineal

El tiempo crea, y también destruye. El tiempo es la morada que se construye día a día. El tiempo es momento y espacio habitado que constituye lo cuantificable abstracto en las cosas, las personas, los sucesos. Page 109

El tiempo es uno, no bueno, no malo, sino ese que sólo mide, pasa, en instantes fragmentado. No hay tiempo propio, sino enajenado. El tiempo es físico, real, perdido, imaginario, imprevisible, encadenado.

El tiempo ha ido marcando la historia de la humanidad. La historia es ese tiempo que nace del acontecimiento. La historia, que es hija del tiempo, sujeta sus distintas concepciones: el tiempo como creador, conservador o destructor. Las maneras de concebir el tiempo llevan consigo sus propias contradicciones; sin embargo cada una de estas concepciones se enmarcan en dos visiones distintas: la circular y la lineal.

El tiempo circular contiene la idea de la periodicidad temporal. "El tiempo cíclico o circular es el ritmo periódico medido por un reloj o un metrónomo. El tiempo del reloj difiere esencialmente del tiempo del calendario o del libro de historia" (Halpern, 1996: 1). Además, este tiempo no incluye los conceptos de progreso o decadencia, pues sólo admite un tiempo presente ya que cualquier acción que se repite marca la pauta del tiempo circular. En este sentido, los acontecimientos que se suceden de manera frecuente y después de un determinado periodo de tiempo, vuelven a repetirse.

Esta idea de tiempo circular tiene que ver con el tiempo de la naturaleza del planeta -y del sistema solar- fuera del tiempo de los seres vivos que lo habitamos, pero incluso los seres vivos tenemos un tiempo biológico que permite, por ejemplo, que broten nuevas flores en plantas que continuamente se marchitan, o que los seres humanos sigamos un periodo cíclico de vida que comienza con el nacimiento, el crecimiento y que culmina con la muerte.

En esta idea de tiempo circular, se ubica el tiempo cósmico o mítico que Joseph Campbell define como ese tiempo que preside el pensamiento de todas las civilizaciones de las cuales se tiene conocimiento. La visión temporal que da este tiempo circular, fundamenta la idea del eterno retorno y en este sentido, creo, fundamenta también el destino como el poder misterioso (destin) que marca a los seres humanos y a las cosas desde antes de nacer; es decir, por una fuerza superior hemos sido elegidos para estar en el mundo y cerrar el círculo destinado a, y en, cada uno de nosotros. Sin duda la idea del eterno retorno al origen, a la Edad de Oro, constituye la parte fundamental de las religiones y de las tradiciones. La visión lineal del tiempo enmarca las ideas de cambio irre- Page 110 versible y del desarrollo histórico. El tiempo lineal entendido así, abarca dos polos, uno pesimista y otro optimista.

Para el cristianismo, por ejemplo, el destino de los seres humanos que cumplen con lo ya establecido por la figura creadora de "dios" y se manejan de acuerdo con las leyes que éste ha estipulado en la Biblia, podrán cerrar el círculo en la tierra y ganar la vida eterna. Sin embargo los seres humanos que no se adhieren a lo establecido, no alcanzarán la vida eterna, es decir la vida después de la muerte.

La visión optimista del tiempo lineal incluye un cambio ascendente, y por lo tanto, positivo; mientras que la visión pesimista marca una flecha de tiempo descendente, es decir en negativo.

Sobre el tiempo lineal no quisiera abundar más, ya que adelante hablaré de las dos visiones de este tiempo: el progreso como tiempo ascendente, que creo entrever en el discurso manejado por el expresidente Miguel Alemán, y la fatalidad inmersa en el tiempo descendente que alberga el discurso buñueliano de Los olvidados.

El "progreso" en el pensamiento positivista

No me cabe la duda de que la visión del tiempo circular ha ejercido una profunda influencia en nuestro pensamiento, pero presiento que de igual manera lo ha hecho la visión lineal. Es más, creo que en la actualidad ejerce más influencia la visión lineal del tiempo que, optimista o negativamente, trasciende hacia el exterior del pensamiento humano. Puedo pensar que en toda visión optimista se esconde el miedo a lo negativo, ya que la visión optimista persigue encontrar una mejor manera -una manera positiva- de vivir y mirar el mundo. Así, es indudable el peso "positivo" que inunda nuestro pensamiento y que valora nuestras acciones dentro de toda sociedad. Los seres humanos no sólo pensamos así respecto de las acciones humanas, sino también de las naturales, de las que están fuera de nuestra existencia.

Los olvidados2 de Luis Buñuel representa más bien todo lo contrario. Filmada en 1950, esta película puede definirse como un relato social, Page 111 siguiendo lo propuesto por Roger Chartier (1992), pues sus personajes están construidos como correspondientes a "reales" y valorizados así por una colectividad.3 Lo "real", en este enfoque, sería el aquí y ahora y tendrían su referente mismo en la película, que no es más que un mundo ficcional, es decir, un discurso o texto, que construye dentro de sí un mundo de lectura posible y en la cual está siempre presente "una práctica encarnada en gestos, espacios, costumbres" (Chartier, 2002: 51).

Sin embargo considero que la ficcionalidad de la película puede estudiarse en términos históricos, en cuanto que en ella, como texto, pueden reconocerse las marcas que permiten verla como histórica. Es decir lo histórico va más allá de lo verídico, pues se relaciona con la verosimilitud que se forma a partir de las marcas que el texto tiene y no por la prueba documental. En este sentido, hablo de la historia como prescripción -cosas queme pueden llevar a algo-, donde los documentos actúan como los elementos a priori para hacer (ser) historia.

Considerando que lo narrado tiene sus límites en un saber compartido de forma colectiva, la historia da pie a un intercambio de la subjetividad de quien narra con los pretextos históricos, o como diría Braudel (1991: 17) "quien escribe historia pone mucho de él (o ella) en el retrato de un otro (o una otra)". Asimismo, la historia es interdisciplinaria en cuanto da cabida a múltiples y parciales conjeturas pues, siguiendo con Braudel, nunca pueden explicar el todo, sólo una parte y en un determinado momento. Por ello, hablar de destino es hablar de tiempo histórico. Page 112

El destino y sus usos

No hay palabras muertas y los conceptos no están cerrados, se van actualizando. Las palabras están vivas por la apropiación -y utilización- que los seres humanos hacemos de ellas como parte fundamental de la lengua.4 Empezar este ensayo por la definición de la palabra destino, me remite a lo dicho por O. Ducrot y T. Todorov (1996: 385): "antes de entender para qué sirven las palabras, hay que saber qué significan".

En nuestro idioma, el término destino tiene distintas significaciones. Se aplica para hacer referencia al camino predeterminado que los seres humanos y las cosas debemos seguir; es decir nuestro destino sería el camino que ha sido fijado por una fuerza exterior y superior a los seres humanos y las cosas. Este camino puede ser bueno o malo y, en este sentido, el destino refiere una acepción positiva desde una visión religiosa o en la concepción fatalista de la tragedia griega.5 Sin embargo esta sig- Page 113 nificación apunta también hacia otros vocablos como el azar, la suerte y la casualidad.

En otros usos, nos dice María Moliner (1975: 972-973), la palabra destino significa el lugar al que se dirige alguien o algo, es decir el lugar de llegada de las personas después de un viaje, o el lugar (último) de llegada de las cosas.

Sin duda las palabras van transformándose con el uso, como Joan Corominas (1974: 236) deja ver en el estudio que hace de la lengua castellana, donde cita que el término destino, en el siglo XVI, hacía referencia al "testamento".

Del uso actual del término destino, que viene del latín destinare (sujetar, fijar), en cuyo origen se halla stare (estar en pie, permanecer) se desprenden tres ideas diferentes que el idioma francés distingue con los términos destin, destination y destinée (Foulqulé, 1967: 345-348). Citaré estas tres acepciones del término para explicar, de manera más clara, las distintas aplicaciones que en el español contemporáneo también se le da.

El término francés destin equivaldría a la acepción del destino como el poder misterioso que se fija de manera irrevocable en el curso de los acontecimientos. En este sentido, el destino es...

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