Théophile Gautier (1811-1872) y la verdad del arte por el arte

Gautier tenía 19 años, Hugo 28. Niño prodigio mo-zartiano, ya era antes de cumplir los 30 el poeta célebre de las Odas y baladas, el novelista de El último día de un condenado a muerte, alegato contra la pena capital, y el teórico que en el prefacio a su obra nunca representada acerca del regicida Cromwell había releído al proscrito Shakespeare, propuesto la unión de lo sublime y lo grotesco y la abolición de las unidades de tiempo y lugar, hasta entonces obligatorias para una obra teatral, y sin embargo defendía el verso por su capacidad de síntesis y concentración.

Gautier y el modernismo

Lo que después se conoció como "la batalla de Hernani" marcó el fin del neoclasicismo y el triunfo romántico del movimiento estético que iba a dominar las letras en Francia y en todo Occidente a lo largo del siglo XIX. En un mundo poolado de gigantes -Balzac, Stendhal, Flaubert, Baudelaire, Zola, Maupassant y luego Verlaine y Rimbaud- Gautier aparece injustamente disminuido. Es el escritor total que ejerce alegremente todos los géneros y ahora nos resulta difícil abarcarlo y leerlo como se merece. El problema de la autodra-matización radica en que al exaltar la personalidad oscurece la obra. El chaleco rojo y el cabello largo muchas veces nos ocultan al gran artista de la prosa y el verso que tuvo una influencia decisiva sobre lo escrito en Francia e Inglaterra y en particular en Hispanoamérica.

Sin Gautier nuestro modernismo no existiría o hubiera sido muy distinto. Otro joven de 20 años lee en El Salvador gracias a Francisco Gavidia a los franceses que emplean el alejandrino, el verso de catorce sílabas abandonado en castellano desde la edad media. Luego Rubén Darío descubre a Gautier y a los parnasianos en la biblioteca que tenía en el Palacio de la Moneda Pedro, el hijo del presidente Balmaceda, víctima él también de un pinochetazo que lo llevó al suicidio. En su etapa inicial el modernismo de Darío es muchas cosas, pero en primer lugar es una adaptación genial a la naturaleza de la lengua española del parnasianismo, la corriente inaugurada por Gautier con su libro de 1852 Esmaltes y camafeos.

Judith Gautier y la poesía oriental

Tan vasta fue la actividad de Gautier que incluye también Giselle (1841), la cual compite con El lago de los cisnes en ser el ballet más famoso del mundo. Fue escrito para la bailarina italiana Carlotta Grisi, madre de Judith Gautier (1850-1917) a quien debemos nada menos que la introducción de lo oriental en la...

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