Terapia de la muerte

AutorRodrigo Vera

Se llamaba Julio C. y era un veinteañero. Tenía pocos días de haber ingresado a esa granja de rehabilitación situada en un paraje cercano a la ciudad de Toluca. Llegó muy debilitado. Su carácter levantisco lo hacía oponerse a la rígida disciplina de la granja. Los padrinos trataban de corregirlo hasta que se les pasó la mano y lo mataron de una golpiza.

En cuanto murió tendieron su cuerpo en el piso de la sala de juntas y llamaron a los demás internos para que vieran el cadáver. En esa granja -como en muchas otras y en anexos para alcohólicos- es parte de la terapia grupal exhibir los cadáveres de quienes mueren dentro.

Dennis S., uno de los internos congregados en torno al cuerpo de Julio, es quien relata la anécdota y recuerda así la escena:

"Las moscas volaban sobre la cara desfigurada de Julio. Estaba descalzo y sin camisa. Tenía los ojos en blanco. Cuando llegó a la granja no traía ni un rasguño. Pero terminó muerto por la golpiza que le pusieron los padrinos que nos seguían diciendo a todos: '¡Miren, cabrones: así también pueden terminar ustedes!' Después echaron el cadáver a una camioneta y se lo llevaron quién sabe a dónde. Ya no supimos más. Nadie preguntó nada."

Para Dennis esa muerte no es un hecho insólito. A sus 34 años ha vivido una década de reclusiones en siete granjas y anexos a los que fue llevado a la fuerza por sus familiares, quienes ya no soportaban su alcoholismo. Ahí padeció vejaciones, torturas y presenció muertes e intentos de suicidio.

Alto, robusto y con los brazos tatuados, Dennis radica en Ecatepec, Estado de México, donde intenta reabrir su pequeño taller de motocicletas y rehacer su vida estropeada por el alcohol. Entrevistado en una oficina de la Central Mexicana de Alcohólicos Anónimos -institución que lo puso en contacto con Proceso-, Dennis cuenta sus vivencias en algunos de esos centros de reclusión.

"A la fuerza"

"Unas tías y unos primos me llevaron a la fuerza al primer anexo. Lo manejaba Factor X y estaba en la colonia Providencia, de la delegación Gustavo A. Madero. Los familiares siempre pagan cuotas de entrada y después aportaciones semanales. Conmigo se hizo lo mismo. A ese anexo llegué muy borracho. Me subieron al dormitorio de valoración, donde sólo había un catre de madera sin colchón y sin cobijas. Ahí me dejaron durmiendo para que se me bajara la embriaguez.

"Al despertar estaba frente a mí una persona amarrada con cables. Era un castigado. Sangraba de la cara, pataleaba y gritaba. Me...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR